sábado, 12 de noviembre de 2011

La ciencia al servicio de la humanidad

Epa: european pressphoto agency

12-11-2011 Radio Vaticana

Sábado, 12 nov (RV) Nunca el hombre como instrumento científico... La Iglesia alienta las investigaciones que alivian el sufrimiento de los enfermos, por el bien y en el respeto de la dignidad humana, recordó Benedicto XVI, recibiendo a los participantes en la Conferencia Internacional sobre Células Madre Adultas: La ciencia y el futuro del hombre y la cultura. Junto con el aprecio y gratitud de la Santa Sede, el Papa exhortó a proseguir promover iniciativas culturales y formativas destinadas a apoyar investigaciones de alto nivel científico sobre las células madre adultas y la exploración de los aspectos culturales, éticos y el uso de las implicaciones antropológicas.

Destacando la importancia de impulsar «los potenciales beneficios de la investigación con células madre adultas, que abre nuevas posibilidades para la curación de enfermedades crónicas degenerativas, mediante la reparación de tejidos dañados y de restaurar la capacidad de su regeneración», Benedicto XVI subrayó nuevamente la solicitud y preocupación de la Iglesia en favor de una ciencia médica, que otorgue nuevas esperanzas a los enfermos y sus familias:

«La Iglesia ofrece naturalmente su aliento a aquellos que están involucrados en la realización y apoyo a la investigación de este tipo, siempre con la condición de que se que lleve a cabo con el debido respeto por el bien integral de la persona humana y el bien común de la sociedad».

Poniendo en guardia contra una mentalidad pragmática que intenta a menudo influir en la toma de decisiones en el mundo de hoy, el Papa se refirió a la tentación de algunos científicos y responsables políticos de dejar de lado las objeciones éticas y de seguir adelante con lo que la investigación parece ofrecer. Es decir, presentado como un avance la investigación con células madre embrionarias, negando en realidad el derecho inalienable a la vida de todos los seres humanos, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.



Recordando también que «la destrucción de una vida humana nunca puede ser justificada», el Santo Padre volvió a subrayar que «en general, no surgen problemas éticos cuando las células madre se extraen de los tejidos del organismo adulto, a partir de la sangre del cordón umbilical en el momento del nacimiento, o del feto muerto por causas naturales (cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Dignitas Personae, 32):

«Por lo que el diálogo entre ciencia y ética tiene una gran importancia, con el fin de asegurar que los avances médicos no se hagan con un coste humano inaceptable. La Iglesia contribuye a este diálogo, ayudando a formar las conciencias de acuerdo con el derecho y la razón de la luz de la verdad revelada. En su misión, la Iglesia no se propone impedir el progreso científico, sino que nuestro objetivo es guiarlo para que siga una dirección que contemple y se proponga el verdadero bien, en beneficio de toda la humanidad. De hecho, la Iglesia está convencida de que todo lo humano, incluyendo la investigación científica, "no sólo se debe acoger y respetar, sino también purificar, elevar y perfeccionar”. De esta manera, la ciencia puede ayudar a servir al bien común de toda la humanidad, con una solicitud especial para los más débiles y más vulnerables».

Al llamar la atención sobre las necesidades de los indefensos, la Iglesia no sólo piensa en los no nacidos, sino también en quienes no tienen el justo acceso al tratamiento médico, debido a su alto precio, lamentó también Benedicto XVI recordando que la justicia exige que se cumplan todos los esfuerzos para que nadie quede sin cuidados médicos. Por lo que hay que considerar también, además de la ética, cuestiones de carácter social, económico y político, que deben ser abordadas con el fin de asegurar que los avances en la ciencia médica nunca se aparten de la dignidad humana.

Tras recordar la ayuda y apostolado de la Iglesia al servicio de los que sufren, en tantas partes del mundo, con especial solicitud a las necesidades particulares de los más pobres, Benedicto XVI concluyó renovando su aliento y apoyo:

«Queridos amigos, al concluir mi intervención, quiero asegurar un recuerdo especial en la oración y encomiendo a la intercesión de María, Salud de los enfermos, a los que trabajan intensamente para que dar esperanza y cuidados sanitarios a los que sufren. Rezo para que vuestro compromiso en la investigación con células madre adultas brinde grandes bendiciones para el futuro del hombre y el genuino enriquecimiento de la cultura. A todos ustedes, sus familias y sus colaboradores, así como a todos los pacientes que reciben su generosa experiencia y los resultados de su trabajo, con mucho gusto imparto mi bendición apostólica. Muchas gracias»

En particular, el Papa agradeció al cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, que organizó esta Conferencia Internacional sobre Células Madre Adultas, así como al arzobispo Zygmunt Zimowski, Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los agentes sanitarios, y al obispo Ignacio Carrasco de Paula, presidente de la Pontificia Academia para la Vida.

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