martes, 8 de mayo de 2018

Evangelio del día, 08-05-2018 (Sexta Semana de Pascua)


Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 5-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado.»

Reflexión del Evangelio de hoy
Del estruendo a celebrar la fe
Probablemente busquemos signos como el estruendo que abre las puertas de la cárcel a Pablo y a Silas que alimenten nuestra fe, pero debemos preguntarnos si es necesario este tipo de signos para creer hoy.
Quizás no nos han enseñado a celebrar la fe por el mero hecho de habernos convertido al Señor, por creer en Jesucristo, que es lo que hace el carcelero con Pablo y sus discípulos. Primero sana a Pablo sus heridas, luego se bautiza con su familia, los subió a su casa, les prepara la mesa y celebraron una fiesta en familia por haber creído en Dios.
Pues bien; a mi parecer, es más importante esto segundo de celebrar la fe que el estruendo. Hemos de pasar del estruendo que sólo provoca ruido a la admiración y sobre todo a la fe. El estruendo puede cuestionarnos, pero lo que de verdad provoca la fe es su celebración.
La pregunta del carcelero es clara: ¿Qué tengo que hacer para salvarme? Y la respuesta de Pablo es sencilla y clara: Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia. Y recibieron la instrucción en la palabra de Dios en familia.
¿A dónde vas?
Continúa Jesús con los discursos de despedida, y recrimina a sus discípulos el por qué nadie se pregunta ¿adónde va? Sino que la tristeza les ha llenado el corazón.  Jesús introduce al Espíritu como consecuencia de su partida: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio si me voy, os lo enviaré.
La presencia del Espíritu dejará convicto a este mundo con la prueba de un pecado, de una justicia y de una condena. El pecado es la increencia, de una justicia, porque Jesús parte al Padre, y no será visto. La única forma de creer en él será su palabra y el testimonio de sus discípulos, y la condena, porque el príncipe de este mundo ya está condenado. Porque al no creer, ya está condenado. Esto es fruto del sacrificio y glorificación de Cristo, en la que ha sido derrotado Satanás.
Previo a estos versículos se dice que llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido al Padre ni a mí. Ese es el mayor pecado, atentar contra la vida, sin conocer al autor de la vida, y quien nos ha mostrado su origen. Pero quitar la vida pensando en que dan culto a Dios es permanecer en la ignorancia y desconocer al autor de la vida. Es despreciar la vida en todas sus dimensiones.

Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/8-5-2018/

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