Texto del Evangelio (Mt 5,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa,
¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y
pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse
una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y
la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos
los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para
que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos».
Comentario: Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas (Girona,
España).
«Vosotros
sois la sal de la tierra. (...) Vosotros sois la luz del mundo»
Hoy,
san Mateo nos recuerda aquellas palabras en las que Jesús habla de la misión de
los cristianos: ser sal y luz del mundo. La sal, por un lado, es este
condimento necesario que da gusto a los alimentos: sin sal, ¡qué poco valen los
platos! Por otro lado, a lo largo de los siglos la sal ha sido un elemento
fundamental para la conservación de los alimentos por su poder de evitar la
corrupción. Jesús nos dice: —Debéis ser sal en vuestro mundo, y como la sal,
dar gusto y evitar la corrupción.
En
nuestro tiempo, muchos han perdido el sentido de su vida y dicen que no vale la
pena; que está llena de disgustos, dificultades y sufrimientos; que pasa muy
deprisa y que tiene como perspectiva final —y bien triste— la muerte.
«Vosotros
sois la sal de la tierra» (Mt 5,13). El cristiano ha de dar el gusto: mostrar con
la alegría y el optimismo sereno de quien se sabe hijo de Dios, que todo en
esta vida es camino de santidad; que dificultades, sufrimientos y dolores nos
ayudan a purificarnos; y que al final nos espera la vida de la Gloria, la
felicidad eterna.
Y,
también como la sal, el discípulo de Cristo ha de preservar de la corrupción:
donde se encuentran cristianos de fe viva, no puede haber injusticia,
violencia, abusos hacia los débiles... Todo lo contrario, ha de resplandecer la
virtud de la caridad con toda la fuerza: la preocupación por los otros, la
solidaridad, la generosidad...
Y, así, el cristiano es luz del mundo (cf. Mt 5,14). El cristiano es esta antorcha que, con el ejemplo de su vida, lleva la luz de la verdad a todos los rincones del mundo, mostrando el camino de la salvación... Allá donde antes sólo había tinieblas, incertidumbres y dudas, nace la claridad, la certeza y la seguridad.
Y, así, el cristiano es luz del mundo (cf. Mt 5,14). El cristiano es esta antorcha que, con el ejemplo de su vida, lleva la luz de la verdad a todos los rincones del mundo, mostrando el camino de la salvación... Allá donde antes sólo había tinieblas, incertidumbres y dudas, nace la claridad, la certeza y la seguridad.
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