Muchas personas
católicas, especialmente los de misa diaria, están desesperadas: quieren
comulgar, porque recibir la comunión es la máxima expresión de su amor y unión
con Jesucristo.
También los
sacerdotes nos aburrimos celebrar la misa sin gente. Lo transmitimos
virtualmente, pero no es lo mismo. Y hay una creciente presión de ciertos
sectores de la iglesia hacia los obispos, que permitan nuevamente la
participación directa de los fieles en la misa. Se sienten perseguidos por las
autoridades civiles y apelan a la libertad religiosa.
La libertad
religiosa es un bien importante, que garantizan la mayoría de los estados, pero
cada libertad tiene un límite, especialmente cuando pone en peligro un bien
mayor como es la vida de otras personas.
¿Porque actualmente están prohibidas las misas con público? Porque son aglomeraciones de
personas, que traen en si el grave riesgo de contagiarse o contagiar a otros
con un terrible y letal virus. No están solamente prohibidos las misas
católicas, sino todo tipo de aglomeraciones de gente. Hay países, que tienen un
sistema de salud mucho mejor que el peruano y pueden aguantar más casos, que
necesitan, una cama con ventilación mecánica. El Perú ya no. Ha llegado al límite
de su capacidad. Permitir ahora aglomeraciones de gente sería aumentar el
riesgo que para muchos pacientes ya no habrá una cama en UCI y van a morir
mucho más gente. Es verdad, que se podría hacer misas con todos, con las
medidas de seguridad. Disminuiría la posibilidad de la infección, pero no la
anula. Siempre el celebrante tendría que preguntarse en su consciencia: ¿He
contribuido a la muerte de mis feligreses y sus contactos?
Espero ansioso
el día que disminuyen los casos de los nuevos infectados y que aumenten los
espacios en camas UCI. Este día podemos bajar un poco la guardia y bajo ciertas
medidas de seguridad, que se coordinarán con el gobierno, permitir a cierto número
de fieles participar nuevamente en la comunión.
Es verdad, que
la comunión es también una medicina espiritual, que nuestros fieles extrañan y
necesitan justo ahora. Pero esta “medicina” tiene aquí y ahora efectos
secundarios posiblemente letales. Sería muy irresponsable ofrecerle en este
momento. Cuando el efecto secundario ya no exista, será el momento. Y esto será
distinto en cada país, dependiendo de su sistema de salud.
Hasta el Papa
Francisco ha cerrado la iglesia de San Pedro. Quiere proteger a los fieles y no
exponerlas a riesgos letales.
Existen muchos
pueblos indígenas y andinos, que no tienen acceso a la eucaristía más que una
vez al año. Y han sobrevivido en su fe. Qué bueno, que haya un hambre
eucarístico. A veces estar físicamente separados puede hacer crecer el amor
entre dos personas. ¿Por qué no con el Señor eucarístico también?
¿Qué podemos hacer por mientras?
Las misas en
televisión y virtuales no son lo mismo, pero algo es algo. Especialmente
invitamos a los fieles a la comunión espiritual durante o fuera de esta
transmisión.
Hay otro alimento y medicina espiritual para el cristiano, que es la Palabra de Dios. Es importante alimentarnos ahora con el pan de la palabra. Lo pueden hacer las familias abriendo y compartiendo su biblia en casa. Puede ser una manera intensa de unirnos con Cristo. Y la oración. Su intensidad nos lleva a un encuentro profundo con Cristo. En vez de quejarnos sobre el estado o enfrentarnos entre católicos hay que buscar nuevos caminos de encuentro con el Señor. Algunos países ya han aflojado sus medidas y para el Perú también va a llegar su tiempo. “Todo tiene su tiempo”, dice la Biblia (Ecl 3).
Hay otro alimento y medicina espiritual para el cristiano, que es la Palabra de Dios. Es importante alimentarnos ahora con el pan de la palabra. Lo pueden hacer las familias abriendo y compartiendo su biblia en casa. Puede ser una manera intensa de unirnos con Cristo. Y la oración. Su intensidad nos lleva a un encuentro profundo con Cristo. En vez de quejarnos sobre el estado o enfrentarnos entre católicos hay que buscar nuevos caminos de encuentro con el Señor. Algunos países ya han aflojado sus medidas y para el Perú también va a llegar su tiempo. “Todo tiene su tiempo”, dice la Biblia (Ecl 3).
P. Reinaldo Nann, Obispo
Prelado de Caravelí
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