Lectura
del santo evangelio según san Lucas 1, 39-45
En
aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a
una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
Reflexión
del Evangelio de hoy
Ya se ven
flores en los campos, se acerca el tiempo de la poda
Este
fragmento del Cantar de los Cantares, es puramente un canto de amor, ella
espera con ansiedad la llegada del amado y, él, se apresura corriendo en medio
de la naturaleza espoleado porque sabe que su amada lo espera.
Nos dibuja
el inicio de la primavera, cuando las inclemencias y lluvias del inverno ya han
cesado y parece que todo vuelve a renacer; es una alegoría poética,
influenciada totalmente por la ilusionante ansiedad que los amados sienten al
saber que, de nuevo, vuelven a estar juntos, y todos los inconvenientes
sufridos desaparecen por el amor que existe entre ellos.
Esta
espera ilusionada es la que debemos mantener los cristianos, movidos por el
próximo nacimiento del Niño Dios, esa espera anhelante, está cercana a su fin
porque, igual que la primavera, nos vamos a sentir renacidos en el Espíritu,
pues el gran amor que Dios siente hacia su pueblo, va a materializarse con la
encarnación de su Hijo, en el vientre de una muchacha que acepta sin vacilar,
lo que Dios había dispuesto.
Como nos
refiere el salmista: “Nosotros aguardamos al Señor; El es nuestro auxilio y
escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos”
¡Bendita
tú entre la mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
Lucas,
tras relatarnos la visita que el ángel Gabriel realiza a María, y su entrega
incondicional al proyecto de Dios y, al enterarse que su prima Isabel se
encuentra gestante, cuando habían perdido toda esperanza de ser padres, María
se pone en camino y corre a visitar a Isabel y ayudarla en el final de su
embarazo.
Entró en
casa de Zacarías y saludó a su prima, y cuando Isabel oyó el saludo, el
Espíritu la iluminó y la criatura dio un salto de alegría en su seno, y la hizo
hablar proféticamente alabando a María y preguntándose ¿Quién soy yo para que
me visite la madre de mi Señor?
Isabel,
que en su estado se encontraba especialmente sensible, se siente llena del
Espíritu de Dios y llena de elogios y bendiciones a la que ha sido tocada por
la mano de Dios.
Ante la
inminente llegada de Jesús, ¿nos sentimos movidos por el Espíritu para mantener
una espera ilusionada? O más bien ¿la rutina de que cada diciembre celebramos
la Navidad, es otra fiesta más, en la que nos machacan con todo tipo de
mensajes comerciales, para que todo se transforme en consumo?
¿No es
ilusionante pensar que vamos a tener una nueva oportunidad para mejorar lo que
no hemos hecho bien?
Tenemos
que abrir nuestros corazones a la venida de Dios hecho hombre y, como pasados
los rigores del invierno, volver a renacer con espíritu abierto al amor entre
todos los hermanos y, como Isabel, proclamar a los cuatro vientos que el señor
está con nosotros.
D. José
Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/21-12-2019/
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