Lectura
del santo evangelio según san Lucas (9,1-6)
En aquel
tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de
demonios y para curar enfermedades.
Luego los
envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No
llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco
llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis,
hasta que os
vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo
sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos se
pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y
curando en todas partes.
Reflexión
del Evangelio de hoy
La vida
evangélica del predicador y de la comunidad
La
liturgia de la Palabra de hoy nos ofrece una reflexión sobre el fundamento y
sentido de nuestro carisma e identidad: ser predicadores y predicadoras de la
Gracia como lo fue Jesús y Domingo de Guzmán. Fray Felicísimo, en el contexto
del Jubileo, nos ha ayudado a profundizar sobre el sentido de este lema
referido a Domingo, y presentado como elemento fundante para cada miembro de la
familia de Predicadores. Ir a las fuentes buscando un tratado o unas reglas
sobre la predicación hechas por Domingo, no lo encontraremos. Tampoco ningún
sermón o texto escrito que nos revele como era el Domingo predicador.
Así pues,
el evangelio de hoy nos ofrece el impulso con el cual el Espíritu de Dios
ilumina a Domingo y a sus primeros compañeros. La Palabra realza, con toda su
fuerza, la importancia del testimonio de vida evangélica del predicador y de la
comunidad; el contenido de la predicación: proclamar el Reino de Dios y curar a
los enfermos; una predicación que da lugar a la esperanza.
Lucas nos
presenta la llamada en función de una misión. Para ello da poder y autoridad,
no la que ofrece el dinero o el estatus, sino la que brota del compromiso de
Dios con el ser humano, con todas las personas, haciendo una opción clara y
decidida por quienes tienen menos oportunidades, ya sea de integración social,
de acceso a recursos, de vínculos afectivos, de sentido de la vida… Se trata de
una opción para “ayudar a salir adelante”. Pero no se va de cualquier manera a
anunciar la Buena Noticia. Se trata de seguir las instrucciones del maestro, su
estilo de vida: ir ligeros de equipaje, confiar en la acogida, dejando de
pasear de un lugar a otro. ¿Y si alguien no nos recibe? Con la misma serenidad
con la que se llegó, partir para otro lugar.
Hoy se
nos ofrecen unas expresiones desconcertantes: “poder y autoridad sobre toda
clase de demonios y para curar enfermedades”. Necesitamos adentrarnos en el
significado de estas expresiones para comprender que se trata de todo aquello
que nos quita la paz, aquello que permite que nuestro corazón albergue ira y
dolor, que abre la puerta para la desesperanza y el sinsentido. Sí, necesitamos
de la Gracia de Dios para ayudarnos a vivir en la dinámica del evangelio: del
amor, del servicio, del perdón… para que esta experiencia de Buena Noticia en
la vida personal, familiar, comunitaria sea sustento también en el compartir de
la vida y de la fe con otras personas que viven afligidas ante las injusticias
de la vida o la fragilidad de su vivir.
La misión
ya no es sólo del Maestro. Junto con los discípulos y discípulas, la
misión se realiza entre todos. La Buena Nueva de Dios es anunciada en
comunidad. Al vivir y experimentar la “común unidad” (comunidad) se testimonia
que Dios es Padre y Madre, que nosotros y nosotras somos hermanos y
hermanas unos de otros.
Resuenan
las palabras de Esdras: “ahora el Señor, nuestro Dios, nos ha concedido un
momento de gracia (…) dando luz a nuestros ojos…”. La hospitalidad, el
compartir, la acogida de los excluidos manifiestan que el Reino de Dios ha
llegado. No se trata de una doctrina o de una teoría o conjunto de leyes o
mandamientos. Es cuestión de vida y de fe.
Hna. Ana Belén Verísimo García OP
Dominica de la Anunciata
Dominica de la Anunciata
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/25-9-2019/
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