miércoles, 25 de septiembre de 2019

Evangelio del día, jueves 26-09-2019 (Vigésimo Quinta Semana del Tiempo Ordinario)


Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?»
Y tenía ganas de ver a Jesús.


Reflexión del Evangelio de hoy
Meditad en vuestra situación
En tiempo de Zorobabel Ben Salatiel, gobernador de Judea, y de Josué Ben Josadak, Sumo Sacerdote, se discutía sobre la conveniencia o no de reconstruir el templo. Pero es por medio del Profeta Ageo, como se expresa el propósito de Dios.
Se necesita un templo para que se exprese la gloria de Dios. Un templo para que se exprese la paz de Dios. Ya todos han alcanzado la paz, se han construido sus casas de maderas, ahora es tiempo de que Dios establezca su morada.
Es el momento de reflexionar de qué modo y en qué medida Dios puede entrar en nuestras vidas por medio. ¿Qué espacio le dedicamos para que habite en nosotros? ¿Dios necesita un espacio físico para habitar entre nosotros y otorgarnos la paz?
Era importante para el profeta Ageo, que el pueblo tuviera un lugar sagrado, pero con Cristo ese lugar sagrado somos nosotros. Nosotros somos el lugar donde Dios habita, el templo espiritual que Dios escoge para morar, y manifestarnos su gloria.
¿Quién es este hombre?
Después de que Herodes mandara matar a Juan el Bautista, los gestos y palabras de Jesús le llenaban de inquietud, dice el texto que no sabía a qué atenerse ya que algunos decían que Juan había resucitado en su persona.
Lo cierto es que el carácter profético de Jesús no limpió la conciencia de Herodes por la muerte de Juan, ni su pecado que era vivir con la mujer de su hermano, Herodías.
¿Qué le sucedía a Herodes? Se dejó seducir por un baile y comprometió la mitad de su reino, y eso le valió la vida a Juan el Bautista.
Y a veces nos ocurre que desde la insensatez comprometemos la mitad de la vida, y eso tiene como consecuencia la vida de un hombre.
De ahí que el oír hablar de Dios despierta la curiosidad de Herodes, “Tenía ganas de verlo”.
Pero ni a Dios, ni su acción salvadora se logra verlo o experimentarlo solo por la curiosidad o las ganas de verlo. Se necesita del compromiso personal, la realidad de querer asumir su salvación de perdón y redención.

Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/26-9-2019/

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