viernes, 22 de junio de 2018

Evangelio del día, 22-06-2018 (Undécima Semana del Tiempo Ordinario, Año Par)


Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 19-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
-«No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad! »

Reflexión del Evangelio de hoy
Todos aplaudieron la unción del rey
El reinado de Atalía puso en peligro la habitual estabilidad de los reinos del sur, a diferencia de los del norte más agitados y confusos. La dinastía davídica estaba en serio peligro, pero no cayeron en el error de introducir cultos idolátricos como los del norte. No obstante también se dan en él conspiraciones y usurpaciones del trono, episodios nada edificantes en la historia del pueblo elegido. A la usurpadora Atalía, sucede Joás, que fue ocultado en el templo por su tía Josebá. Al fin es entronizado el rey y Atalía fue asesinada. El ritual de la entronización se sigue con fidelidad: coronación, unción, proclamación y aclamación popular. No hay en este caso insignias reales, sino entrega de una especie de documento en el que constan los términos de la alianza entre Yahvé y la casa de David. Desaparecen los restos de los cultos idolátricos y se renueva el pacto entre el Señor, el rey y el pueblo, que no es sino la actualización de la alianza del Sinaí. El pueblo vuelve al sendero de fidelidad a la alianza y a ejercer de propiedad de Yahvé.
Donde está tu tesoro, allí está tu corazón
El Sermón de la Montaña se prolonga con una serie de sentencias, algunas de ellas referidas a la posesión de bienes materiales, en especial en la primera y tercera; no está tan clara en la segunda en la que se nos habla del ojo bueno y el malo (¿alusión a la envidia?). El Maestro quiere dejar bien claro que el auténtico tesoro no radica tanto en lo acumulado aquí en la tierra, sino lo que vayamos sumando para el cielo, expresión que alude tanto a vivir con estilo trascendente como a arrimar el hombro a las tareas del Reino de Dios como único y mejor tesoro.  Es de agradecer la llamada al sentido común que nos hacen estas sentencias, porque las cosas, los recursos materiales no valen sino lo que se los hace valer; y el Maestro nos recuerda en todo momento que la valía o excelencia nuestra radica en la vida que humanizamos, en lo que ayudamos a vivir, en cuanto dignificamos al igual, en la demostración diaria de que nuestro tesoro está en el seguimiento de Jesús. Y éste nos pide que vivamos al estilo misericorde; si es así, tendremos muy clara nuestra opción ante la habitual alternativa de Dios o el dinero.
¿Cómo ayudamos en la comunidad a poner el corazón al servicio de nuestro mejor tesoro, la construcción del Reino?

Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/22-6-2018/

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