Lectura del santo evangelio según san Mateo
6, 1-6- 16-18
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Cuidad
de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por
ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por
tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como
hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser
honrados por los hombres; os aseguro que ya
han recibido su paga. Tú, en
cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu
derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto,
te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta
rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea
la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar,
entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo
escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no
andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a
la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio,
cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note,
no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo
escondido, te recompensará.»
Reflexión del Evangelio de hoy
Que
pasen a mi dos tercios de tu espíritu
Leemos
hoy los últimos instantes de Elías en la tierra y la inauguración de la misión
de Eliseo. Una lectura atractiva, un poco misteriosa, que ha hecho correr ríos
de tinta, llegando en algún autor a imaginar la presencia de extraterrestres
que abducen, llevan, a Elías a su nave. Bien; todas las teorías son más o menos
válidas y muchas son fantasías indemostrables, pero hay una verdad contenida:
Elías ha sido llevado el cielo, al encuentro con Dios. Su voz se apaga, pero
Dios va a seguir hablando.
Eliseo
recupera el manto del maestro y este objeto, que puede ser imagen de los dos
tercios de espíritu pedidos, será el que le dará entrada en la misión
profética. Una misión que inicia cruzando el Jordán a pie enjuto, como hiciera
a la ida con su Maestro, a la vista de los discípulos de los profetas de
aquella tierra. El espíritu profético de Elías continúa en Eliseo y llega a
nuestros días.
Dios
está entre nosotros, sigue con nosotros desde nuestro principio, y siempre
estará. Nos habló por los antiguos profetas, nos habló con su Hijo, y nos sigue
hablando todos los días, cada instante, a través de los signos de la historia.
La voz de Dios está, ciertamente, en las Sagradas Escrituras, pero también se
deja oír en el periódico del día, en ese programa de TV que no parece contar
nada más que procacidades, despropósitos y necedades. Hasta en ese lugar, si
buscamos con los ojos y la mente abierta, podremos llegar a escuchar la voz de
Dios.
No
toques la trompeta…
Entramos
en un capítulo importante sobre el comportamiento que el hombre en general, y
el cristiano especialmente, deben seguir. Cristo nos pide algo sencillo:
hagamos el bien, pero que no sea por presunción. Cualquier acto bueno, sin
dejar en sí de ser bueno, produce en el agente efectos negativos si la intención
del mismo es hacerse notar en la comunidad. Dios enaltece a los humildes y
abaja a los soberbios.
El
Maestro avisa: haced el bien de una forma discreta, sin que la mano derecha
sepa lo que hace la izquierda. Se trata obviamente de una metáfora, pero muy
afortunada. Todos los seres humanos tenemos, al menos, un punto de vanidad y
puede que nos guste ser conocidos, admirados, incluso imitados por nuestro
entorno social o religioso. Algunas veces procuramos llevar a los “trompeteros”
delante, de forma que llamen la atención sobre nuestra “generosidad”.
Y
seguimos aprendiendo: ¿Cuántas veces hemos rezado de forma que fuera notorio?
Sabemos que Cristo nos invitó a orar en la intimidad de la habitación, pero
puede que lo sigamos haciendo, puestos en pie en el templo, delante de la
comunidad
Nos
invita a orar sin gastar palabras inútiles porque el Padre ya sabe nuestras
necesidades, no tiene tan mala memoria que necesitemos recitárselas, ni es tan
voluble que tengamos que convencerle con largos discursos. Dios quiere hablar
con nosotros, contigo, conmigo, y no busca rezos muy poéticos y bellamente
escritos, sino “orar”, hablar, mantener un diálogo de creador con creatura,
íntimo y sencillo; abierto a la escucha.
El
texto que leemos hoy salta la oración más perfecta, creada por el mismo Jesús,
en la que cantamos al Padre común, alabamos su nombre y pedimos que sea su
voluntad la que se haga sobre todas las cosas, sobre nuestros propios deseos.
No podemos seguir “cansando” a Dios con nuestras plañideras peticiones, casi
siempre interesadas. Paremos en “hágase tu voluntad” y todo lo que podríamos
pedir, ya estará pedido.
D. Félix García
O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/20-6-2018/
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