Lectura del santo evangelio según san Mateo
6, 7-15
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Cuando
recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por
hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo
que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así:
"Padre
nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día,
perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han
ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno."
Porque
si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os
perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre
perdonará vuestras culpas.»
Reflexión del Evangelio de hoy
Elías,
Eliseo, Jesús
Nos
encontramos en el Antiguo Testamento, que nos habla de los dos grandes profetas
del siglo IV antes de Cristo: Elías y Eliseo, que lucharon por defender la
causas del yahvismo.
A
Elías, al que se le puede llamar el profeta del fuego, en esta primera lectura
se le atribuyen episodios deslumbrantes para terminar diciendo de él: “Dichoso
quien te vea antes de morir y más dichoso tú que vives… Elías fue arrebatado en
el torbellino y Eliseo recibió dos tercios de su espíritu”. Tampoco se
escatiman elogios a Eliseo: “En vida hizo múltiples milagros y prodigios con
solo decirlo”.
Sabiendo
que es una opinión subjetiva, a pesar de todas las cosas grandiosas que se
dicen de estos dos profetas… me parece que a los cristianos del siglo XXI,
reconociendo su importancia en la historia del pueblo de Dios en el Antiguo
Testamento, no nos dicen mucho que afecte a nuestra vida, que cambie nuestra
vida, que llene nuestro corazón de esperanza y de vida auténtica. Nos resultan
lejanos.
Algo
que sí logra el gran profeta Jesús de Nazaret, el que ha salido a nuestro
encuentro, el que nos ha emocionado con sus palabras, con su amor, con su vida,
el que, con su instalarse en nuestro corazón, dirige nuestros pensamientos,
nuestros sentimientos, nuestros pasos… el que ha cambiado para siempre nuestra
vida. Ya no sabemos vivir sin él. Es nuestro gran tesoro.
Padre
nuestro
Como
nos relata el pasaje paralelo del evangelio de Lucas, “uno de los discípulos le
dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñaba a sus discípulos”. Y
Jesús accedió a su petición, así que el Padrenuestro es la oración
específicamente cristiana. La primera expresión colorea el resto de las
peticiones. Jesús nos dice que tenemos que empezar dirigiéndonos a Dios como a
nuestro Padre: “Padre nuestro”. Y es que en verdad somos hijos de Dios como nos
lo recuerda el prologo del evangelio de San Juan: “A cuantos le recibieron les
dio el poder de ser hijos de Dios”. Muy distinto dirigirse a Dios como Dios que
como Padre. Sabiendo además que es un Padre bueno, lleno de ternura y
misericordia como el padre del hijo menor y del hijo mayor de la parábola. El
miedo, el temor, la distancia no caben ante un Dios Padre bueno. La confianza,
la ternura, que brotan del amor de hijo, es lo que debe prevalecer en nuestra
relación con Dios. Y podemos y debemos pedirle que sea santificado su nombre,
que nos libre del maligno y las otras cuatro peticiones que Jesús nos indica. Y
no quedarnos ahí. Como cualquier hijo podemos pedirle a nuestro buen Padre Dios
todo lo que necesitemos justamente para ser buenos hijos suyos y buenos
hermanos de todos los hombres.
Fray Manuel Santos
Sánchez
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/21-6-2018/
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