jueves, 21 de junio de 2018

Evangelio del día, 21-06-2018 (Undécima Semana del Tiempo Ordinario, Año Par)



Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así:
"Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno."

Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

Reflexión del Evangelio de hoy
Elías, Eliseo, Jesús
 Nos encontramos en el Antiguo Testamento, que nos habla de los dos grandes profetas del siglo IV antes de Cristo: Elías y Eliseo, que lucharon por defender la causas del yahvismo.
A Elías, al que se le puede llamar el profeta del fuego, en esta primera lectura se le atribuyen episodios deslumbrantes para terminar diciendo de él: “Dichoso quien te vea antes de morir y más dichoso tú que vives… Elías fue arrebatado en el torbellino y Eliseo recibió dos tercios de su espíritu”. Tampoco se escatiman elogios a Eliseo: “En vida hizo múltiples milagros y prodigios con solo decirlo”.
Sabiendo que es una opinión subjetiva, a pesar de todas las cosas grandiosas que se dicen de estos dos profetas… me parece que a los cristianos del siglo XXI, reconociendo su importancia en la historia del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, no nos dicen mucho que afecte a nuestra vida, que cambie nuestra vida, que llene nuestro corazón de esperanza y de vida auténtica. Nos resultan lejanos.
Algo que sí logra el gran profeta Jesús de Nazaret, el que ha salido a nuestro encuentro, el que nos ha emocionado con sus palabras, con su amor, con su vida, el que, con su instalarse en nuestro corazón, dirige nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestros pasos… el que ha cambiado para siempre nuestra vida. Ya no sabemos vivir sin él. Es nuestro gran tesoro.  
Padre nuestro
Como nos relata el pasaje paralelo del evangelio de Lucas, “uno de los discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñaba a sus discípulos”. Y Jesús accedió a su petición, así que el Padrenuestro es la oración específicamente cristiana. La primera expresión colorea el resto de las peticiones. Jesús nos dice que tenemos que empezar dirigiéndonos a Dios como a nuestro Padre: “Padre nuestro”. Y es que en verdad somos hijos de Dios como nos lo recuerda el prologo del evangelio de San Juan: “A cuantos le recibieron les dio el poder de ser hijos de Dios”. Muy distinto dirigirse a Dios como Dios que como Padre. Sabiendo además que es un Padre bueno, lleno de ternura y misericordia como el padre del hijo menor y del hijo mayor de la parábola. El miedo, el temor, la distancia no caben ante un Dios Padre bueno. La confianza, la ternura, que brotan del amor de hijo, es lo que debe prevalecer en nuestra relación con Dios. Y podemos y debemos pedirle que sea santificado su nombre, que nos libre del maligno y las otras cuatro peticiones que Jesús nos indica. Y no quedarnos ahí. Como cualquier hijo podemos pedirle a nuestro buen Padre Dios todo lo que necesitemos justamente para ser buenos hijos suyos y buenos hermanos de todos los hombres. 

Fray Manuel Santos Sánchez
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/21-6-2018/

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