miércoles, 13 de junio de 2018

Evangelio del día, 13-06-2018 (Décima Semana del Tiempo Ordinario, año Par)

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los cielos.»


Reflexión del Evangelio de hoy
Dios nos cambia el corazón
Este relato del primer libro de Reyes narra cómo el rey Ajab llama a Elías, profeta de Israel, y a los profetas de Baal al monte Carmelo para enfrentarlos. Hay una gran sequía en el reino y Ajab quiere determinar qué dioses pueden ayudar a paliar el sufrimiento del pueblo. Frente a los sortilegios y hechizos de los profetas de Baal, Elías reconoce la misericordia de su Dios, que ha sustentado y atendido sus necesidades. Ya le había alimentado con la tinaja vacía de la cual hizo brotar harina para él, la viuda y su hijo. Ahora, en el monte Carmelo, Elías, después de recomponer el altar del sacrificio, suplica la actuación del Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, para que su Dios sea honrado y reconocido en todas las naciones. Elías ha aprendido a depender de Dios. Si algo podía lograrse era dependiendo de la voluntad divina. Si el Señor no lo hace, nadie lo hará. Pero es la voluntad de Dios la que el profeta busca y ruega que se haga. No pretende ensalzarse y buscar su gloria, sino pedir la ayuda divina para que la voluntad de Dios sea manifestada y la gloria de Dios brille y se haga realidad en esa necesidad concreta. Pedir que Dios acuda en nuestro auxilio, que se cumpla su voluntad en honor y alabanza suya. Aquello que pedimos en el Padre nuestro, aquello que nos enseñó Jesús estando en la cruz: “Padre hágase tu voluntad”. Esto es lo que ensalzó a Elías como uno de los padres de nuestra fe, y esta confianza es la que Jesús nos pide como afianzamiento de nuestra confianza en Dios.
La nueva Ley y la nueva santidad es Cristo Jesús
En este pasaje del evangelio de Mateo, Jesús se presenta como plenitud de la Ley y los profetas. Dios ha ido guiando a su pueblo y exigiendo de ellos el cumplimiento de la Ley como camino de unificación y ordenamiento del pueblo elegido. Su fidelidad a Yahvé se manifestaba en el seguimiento de esa ley. Pero ahora Dios ha completado su alianza enviando al Salvador del Pueblo y por Él y a través de Él, manifiesta su nueva alianza. “Este es mi Hijo amado, escuchadlo”. La ley es necesaria en toda sociedad civil como salvaguarda y afianzamiento de la convivencia y expresión de la legitimidad y cumplimiento de los derechos humanos. Esa ley antigua que había gobernado al pueblo de Israel, tiene ahora un nuevo contenido. Jesús pone la plenitud de la Ley en realizar el Reino de Dios en nuestra historia. Llevar a cumplimiento el amor definitivo de Dios al hombre, manifestado en la resurrección de Jesús. Ese amor debe cumplirse y animar toda la vida de los discípulos del resucitado. Amaos unos a otros como Yo os amé. La ley ha perdido fuerza en su literalidad. Ahora debe primar la fuerza del espíritu que da sentido a esa ley. El seguimiento cristiano no se limita a la observancia ritualista de un código de normas. La nueva legalidad es la del amor, la de la respuesta generosa al don amoroso de Dios, que nos amó primero y entregó a su propio Hijo hasta la muerte. El amor del discípulo de Jesús no puede tener otro límite que el de la entrega radical, total y definitiva. No podemos ser rácanos en nuestra respuesta al amor de Dios, sino como Elías, esperar todo de Él, y que Dios realice en nosotros y haga brotar toda la fuerza del espíritu, para que nuestras obras den gloria y manifiesten el amor infinito de Dios. Y en la confianza de que Dios siempre responde a nuestras oraciones, podemos decir con S. Pablo “Cristo nos ha liberado, para vivir en la libertad de los hijos de Dios”
Con humildad y sintiendo la presencia y la fuerza del espíritu, ¿nos aplicamos a realizar el Reino de Dios en nuestras vidas?
Pidamos confiados lo que Jesús nos enseñó: “Padre, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, porque lo que pidáis al Señor con confianza, se nos concederá.

D. Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad San Martín de Porres (Madrid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/13-6-2018/

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