Texto del Evangelio (Mt 19,16-22): En aquel tiempo, un joven se acercó a
Jesús y le dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida
eterna?». Él le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el
Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». «¿Cuáles?»
—le dice él—. Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no
levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu
prójimo como a ti mismo». Dícele el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más
me falta?». Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes
y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y
sígueme». Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía
muchos bienes.
Comentario: Rev. D. Óscar
MAIXÉ i Altés (Roma, Italia).
«¿Qué
he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?»
Hoy
la liturgia de la palabra pone ante nuestra consideración el famoso pasaje del
joven rico, aquel joven que no supo responder ante la mirada de amor con que
Cristo se fijó en él (cf. Mc 10,21). SanJuan Pablo II nos recuerda que en aquel joven podemos reconocer a todo
hombre que se acerca a Cristo y le pregunta sobre el sentido de su propia vida:
«Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?» (Mt 19,16). El
Papa comenta que «el interlocutor de Jesús intuye que hay una conexión entre el
bien moral y el pleno cumplimiento del propio destino».
También
hoy, ¡cuántas personas se hacen esta pregunta! Si miramos a nuestro alrededor,
podemos quizá pensar que son pocas las personas que ven más allá, o bien que el
hombre del siglo XXI no necesita hacerse este tipo de preguntas, ya que las
respuestas no le sirven.
Jesús
le responde: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno sólo es el Bueno.
Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos» (Mt 19,17). No es
solamente legítimo el preguntarse acerca del más allá, sobre el sentido de la
vida, sino que... ¡es necesario hacerlo! El joven le ha preguntado qué tiene
que hacer para alcanzar la vida eterna, y Cristo le responde que tiene que ser
bueno.
Hoy
día, para algunos o para muchos —¡qué más da!— puede parecer imposible “ser
bueno”... O bien, les puede parecer algo sin sentido: ¡una tontería! Hoy, como
hace veinte siglos, Cristo nos sigue recordando que para entrar en la vida
eterna es necesario cumplir los mandamientos de la ley de Dios: no se trata de
un “óptimo”, sino que es el camino necesario para que el hombre se asemeje a Dios
y así pueda entrar en la vida eterna de manos de su Padre-Dios. En efecto,
«Jesús muestra que los mandamientos no deben ser entendidos como un límite
mínimo que no hay que sobrepasar, sino como una senda abierta para un camino
moral y espiritual de perfección, cuyo impulso interior es el amor» (San Juan Pablo II).
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