La Comisión Episcopal de Acción Social ha emitido un mensaje para
conmemorar esta fecha, titulado:
La Cárcel es reflejo de la sociedad
Mensaje
por el Día de la persona encarcelada - 16 julio
Queremos
iniciar este mensaje con las palabras que el Papa Francisco dirigió a los
presos de Ciudad Juárez, durante su visita a México el 2016: “La reinserción no
comienza acá en estas paredes; sino que comienza antes, comienza “afuera”, en
las calles de la ciudad”.
Lo
muy cierto es que al mes de marzo del presente año, había 82,898 personas encarceladas
en las 68 cárceles del Perú. Esta realidad la queremos expresar y hacer constar
con palabras del Papa Francisco en el mismo mensaje citado anteriormente: “las
cárceles son un síntoma de cómo estamos como sociedad, son un síntoma en muchos
casos de silencios y omisiones que han provocado una cultura de descarte. Son
un síntoma de una cultura que ha dejado de apostar por la vida, de una sociedad
que ha ido abandonando a sus hijos”. Este es el mejor retrato que podemos hacer
de la realidad carcelaria al día de hoy, tanto de su realidad humana como de la
realidad del sistema penitenciario.
Por
ello, hacemos un llamado a que veamos y tomemos conciencia de que la realidad
de la sociedad en “la calle” y la realidad al interior de las cárceles van de
la mano. Por eso nos preguntamos, y preguntamos al gobierno peruano, a las
autoridades, a los representantes de las instituciones de la sociedad civil, a
los miembros de las Iglesias, a los ciudadanos y ciudadanas de a pie: ¿debemos
invertir en cárceles o invertir en la resocialización de las personas
encarceladas?
Si
miramos hacia el interior de las cárceles y su sistema, citamos nuevamente al
Papa Francisco en el mismo mensaje: “Es penoso constatar sistemas
penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar
nuevas oportunidades” y lo completamos con lo que dijo a los presos de
Palmasola, Bolivia, en el 2015: “la reclusión forma parte de un proceso de
reinserción en la sociedad”; entonces, nos debemos preguntar, ¿de dónde vienen
y a dónde van a regresar las personas que hoy están en la cárcel?. De manera
más clara y directa nos debiéramos preguntar ¿cómo queremos que regresen?
Nuestra
voz profética en este mensaje, como Iglesia que acompaña también la realidad
del día a día de las personas privadas de libertad, es que urge una inversión
en “promover los procesos de rehabilitación que permitan atender los problemas
sociales, psicológicos y familiares que llevaron a una persona a determinada
actitud”, ya que “el problema de la seguridad no se agota solamente
encarcelando, sino que es un llamado a intervenir afrontando las causas
estructurales y culturales de la inseguridad, que afectan a todo el entramado
social”, como nos dice el Papa Francisco en el mensaje a los presos de
Filadelfia (2016).
Nuestra
voz profética es también, que la persona sea el centro de la vida y del sistema
político, social y económico, tanto fuera de la cárcel como dentro de la
cárcel, dándole todas las oportunidades para su desarrollo personal, ya que “La
reinserción social comienza insertando a todos nuestros hijos en las escuelas,
y a sus familias en trabajos dignos, generando espacios públicos de
esparcimiento y recreación, habilitando instancias de participación ciudadana,
servicios sanitarios, acceso a los servicios básicos”. (Papa Francisco a los
presos de Filadelfia. 2016).
¿Invertir
en cárceles o invertir en resocialización dentro y fuera de la cárcel?
Reflexionemos en ello y actuemos ahora, para que cada hija e hijo de Dios,
“tenga vida y la tenga en plenitud” (Jn. 10,10).
Lima,
julio 2017
Mons.
Jorge Izaguirre Rafael, CSC
Obispo
de Chuquibamba
Asesor Nacional Pastoral de Cárceles
Asesor Nacional Pastoral de Cárceles
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