Hoy Jesús habla de su procedencia y, a la vez, nos desvela
nuestro destino. Él viene de "arriba", del cielo eterno, donde
siempre ha existido unido al Padre y al Espíritu Santo. Ahí está también
nuestra vida más auténtica. El Hijo de Dios ha venido para descubrirnos esta
maravilla, pero nos cuesta despegarnos de la tierra y despertar nuestra
aspiración a la eternidad.
Desde sus orígenes, el hombre ha considerado con respeto
su muerte y la vida más allá de la "tierra". Pero, realmente, poco
sabíamos de esa "vida de arriba" y de su contenido. Con la
encarnación del Hijo de Dios se nos ha desvelado la verdadera vida, la más
real: la vida de amistad con Dios, que es "sobre-natural" y, por
tanto, sin fin. Sólo se acaba lo de la tierra.
—Quiero vivir, Dios mío, una vida de amistad contigo.
Concédeme entender las cosas como Tú las entiendes, y amar como Tú amas. Jesús,
confío en tu Palabra.
Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant
Cugat del Vallès, Barcelona, España).
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