Día litúrgico: Sábado IV de Pascua
Santoral 23 de Abril: San Jorge, mártir
Texto del Evangelio (Jn 14,7-14): En aquel tiempo,
Jesús dijo a sus discípulos: «Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi
Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Le dice Felipe: «Señor,
muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy
con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el
Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi
cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.
»Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al
menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí,
hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al
Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo. Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
Comentario: P. Jacques PHILIPPE (Cordes sur Ciel, Francia).
«Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí»
Hoy, estamos invitados a reconocer en Jesús al Padre que
se nos revela. Felipe expresa una intuición muy justa: «Muéstranos al Padre y
nos basta» (Jn 14,8). Ver al Padre es descubrir a Dios como origen, como vida
que brota, como generosidad, como don que constantemente renueva cada cosa.
¿Qué más necesitamos? Procedemos de Dios, y cada hombre, aunque no sea
consciente, lleva el profundo deseo de volver a Dios, de reencontrar la casa
paterna y permanecer allí para siempre. Allí se encuentran todos los bienes que
podamos desear: la vida, la luz, el amor, la paz… San Ignacio de Antioquía, que
fue mártir al principio del siglo segundo, decía: «Hay en mí un agua viva que
murmura y dice dentro de mí: ‘¡Ven al Padre!’».
Jesús nos hace entrever la tan profunda intimidad
recíproca que existe entre Él y el Padre. «Yo estoy en el Padre y el Padre está
en mí» (Jn 14,11). Lo que Jesús dice y hace encuentra su fuente en el Padre, y
el Padre se expresa plenamente en Jesús. Todo lo que el Padre desea decirnos se
encuentra en las palabras y los actos del Hijo. Todo lo que Él quiere cumplir a
favor nuestro lo cumple por su Hijo. Creer en el Hijo nos permite tener «acceso
al Padre» (Ef 2,18).
La fe humilde y fiel en Jesús, la elección de seguirle y
obedecerle día tras día, nos pone en contacto misterioso pero real con el mismo
misterio de Dios, y nos hace beneficiarios de todas las riquezas de su
benevolencia y misericordia. Esta fe permite al Padre llevar adelante, a través
de nosotros, la obra de la gracia que empezó en su Hijo: «El que crea en mí,
hará él también las obras que yo hago» (Jn 14,12).
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