Hoy consideramos que Jesucristo es el rostro de la
misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su
síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su
culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, “rico de misericordia” (Ef 2,4), después
de haber revelado su nombre a Moisés como “Dios compasivo y misericordioso,
lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad” (Ex 34,6) no ha cesado de dar a
conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina.
En la “plenitud del tiempo” (Gal 4,4), cuando todo estaba
dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen
María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al
Padre (cf. Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda
su persona revela la misericordia de Dios.
—Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la
misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para
nuestra salvación.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos del Papa Francisco) (Città del Vaticano,
Vaticano).
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