19-11-2012 Radio Vaticana
(RV).- Comenzó esta mañana (ayer) en la Ciudad del Vaticano el
23° Congreso Mundial del Apostolado del Mar, organizado por el Consejo
pontificio de la Pastoral para los emigrantes e itinerantes sobre el tema de la
nueva evangelización en el mundo marítimo.
En efecto, hasta el próximo día 23, los participantes en
este encuentro reflexionarán sobre los nuevos medios e instrumentos para
proclamar la Buena Nueva en este ámbito. El cardenal Antonio Maria Vegliò,
presidente del dicasterio, al inaugurar este evento, recordó que se trata del
mayor Congreso Mundial de la historia del Apostolado del Mar. Y destacó que se
han dado cita en el Vaticano más de 400 delegados procedentes de 70 países,
para recordar los noventa años de la aprobación de sus primeras Constituciones
y de la bendición de este nuevo Apostolado por parte del Papa Pío XI.
“El desarrollo tecnológico de la industria marítima, los
crecientes problemas referentes a la vida y al trabajo de los marítimos, los
desafíos planteados por las nuevas y con frecuencia restrictivas normativas y
la crisis económica mundial –dijo el Purpurado durante la apertura del Congreso–
hacen que el Apostolado del Mar deba evangelizar en condiciones más bien
difíciles”. Y a pesar de todas estas dificultades, el Cardenal Vegliò afirmó
que el mundo marítimo es un terreno fértil para la evangelización.
“Las naves, en efecto –explicó–navegan los siete mares del
mundo y se detienen en todos los puertos transportando no sólo mercaderías,
sino también tripulaciones de diversa cultura, tradición y religión, creando,
para las personas de diversas etnias, la oportunidad de encontrarse y de
apreciar sus diferencias”. De hecho, tripulaciones multinacionales –prosiguió
el Purpurado– viven y trabajan en el estrecho espacio de las naves, alejados
durante meses de sus familias y comunidades cristianas, sin alimento para su
fe, que es con frecuencia como un mecha humeante.
De ahí que la Nueva Evangelización y el Año de la fe,
inviten a cada capellán y voluntario del Apostolado del Mar a profundizar
acerca de su propia fe, a creer en el mensaje evangélico y a ir hacia delante
para proclamar el Evangelio a quienes aún no lo conocen, y para volver a
encender esa mecha con el testimonio cristiano.
El Presidente del Consejo pontificio de la Pastoral para
los emigrantes e itinerantes añadió que este testimonio cristiano debe
realizarse a través de un ministerio de presencia, servicio y solidaridad
continuos. Porque para los marítimos que llegan a puertos extranjeros, lejos de
sus ciudades, la presencia de un centro del Apostolado del Mar, con su capellán
y los voluntarios, es siempre “un faro de luz para ellos que han navegado
durante semanas. Y este servicio constante, realizado con amor para responder a
las exigencias de todas las tripulaciones, independientemente de su credo o
nacionalidad, lleva esperanza en los mementos de desaliento. Mientras la
solidaridad hacia los marítimos explotados o abandonados es una expresión del
amor de Cristo por todos”. A la vez que subrayó que sólo con su vida y con frecuencia
sin decir ni una palabra, quienes trabajan en este Apostolado se convierten en
agentes de evangelización. “Y la Iglesia –concluyó– aprecia su trabajo y se
siente grata por lo que hacen”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
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