Lectura
del Santo Evangelio según San Marcos 16,15-18
En aquel
tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Id al mundo entero y
proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará;
el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán
estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán
serpientes en sus manos y, si beben un veneno
mortal, no les hará daño.
Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos."
Reflexión
del Evangelio de hoy
Serás
testigo ante todos los hombres de que le has visto y oído
En este
relato de los hechos se nos narra la conversión de san Pablo camino de Damasco.
Saulo, un judío estricto y convencido, que persigue a los cristianos, se
encuentra con la intervención de Dios que se cruza en su camino: “¿Saulo, por
qué me persigues?” Una teofanía que le desmorona y le absorbe. Que le deja
fuera de juego, encandilado en lo que ha visto y oído, pendiente de acudir a
Damasco, donde recibirá su vocación. No va a perseguir más a los cristianos,
sino que será el testigo elegido de Jesús para todas las naciones. Una
experiencia de Tabor, donde Jesús resucitado se presenta en toda su
magnanimidad para abrir su mente y fortalecer su corazón en la nueva misión que
le tiene preparada. Saulo se convierte en Apóstol del Señor, testigo del
resucitado, con toda la fuerza de su ser. Acepta con toda su alma esa misión,
hasta el punto de confesar “Ay de mí si no evangelizara”. Ha entendido lo que
Jesús quiere de él y a ello dedicará toda su vida y sus esfuerzos. Prototipo
perfecto para nosotros cuando nos encontramos con el Señor y nos enamoramos
como Pablo de esa misión evangélica de anunciar la misericordia y la gracia de
Dios para todos los hombres. Encontrarse con el resucitado es percibir el amor
de Dios que sobrepasa todas nuestras realidades y nos urge a ser sus testigos.
Id por
todo el mundo y predicad el evangelio
Eso mismo
es lo que refleja este final del Evangelio de Marcos. En él se nos narran las
últimas apariciones de Jesús antes de su ascensión a los cielos a la diestra de
Dios. Jesús resucitado aparece reprendiendo la incredulidad de los discípulos
por no haber creído a los que le habían visto resucitado de entre los muertos.
Esa increencia supone no creer ni entender la verdadera entidad de Jesús. Jesús
ha resucitado y se han manifestado los designios de Dios con su enviado. Marcos
despide así su evangelio presentando a Jesús resucitado, aparecido a sus
discípulos y transmitiéndoles su última voluntad: Id por todo el mundo
predicando el evangelio a toda criatura. Creer en Jesús, aceptar al Galileo que
entregó su vida por hacer presente el Reino de Dios entre los hombres, supone
bautizarse en esa fe de resurrección y salvación. Y al que se bautice en el
nombre del Señor, le acompañará toda la fuerza y la tutela de Dios. “Echarán
los demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán en sus manos las serpientes…”,
en una palabra, estarán haciendo presente el Reino de Dios, porque con la
resurrección de Jesús ha llegado el tiempo nuevo, la salvación de Dios se ha
hecho ya presente. Este mensaje de Macos es el que hemos de creer, y del que
tenemos que ser testigos convencidos. El tiempo de Dios se cumple con nosotros.
No podemos ser testigos rácanos o desganados, nuestro celo ha de ser como el de
San Pablo, excepcional e incombustible. Tenemos a Dios de nuestra parte y
quiere que hagamos presente su voluntad en esta tierra, con fe, con ánimo, con
esfuerzo y esperanza.
¿Somos
verdaderos testigos de la buena nueva que Dios nos ha regalado en Jesús?
¿Transmitimos
la alegría y la gratuidad de ser elegidos de Dios para la buena noticia del
Reino?
D. Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad San Martín de Porres (Madrid)
Fraternidad San Martín de Porres (Madrid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/25-1-2019/
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