Día litúrgico: Sábado IV de
Pascua
Santoral 13 de Mayo: La Virgen de Fátima
Texto del Evangelio (Jn 14,7-14): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: «Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo
conocéis y lo habéis visto». Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos
basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me
conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú:
'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en
mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece
en mí es el que realiza las obras.
»Creedme:
yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En
verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo
hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi
nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pedís algo
en mi nombre, yo lo haré».
Comentario: P. Jacques PHILIPPE
(Cordes sur Ciel, Francia).
«Yo
estoy en el Padre y el Padre está en mí»
Hoy,
estamos invitados a reconocer en Jesús al Padre que se nos revela. Felipe
expresa una intuición muy justa: «Muéstranos al Padre y nos basta» (Jn 14,8).
Ver al Padre es descubrir a Dios como origen, como vida que brota, como
generosidad, como don que constantemente renueva cada cosa. ¿Qué más
necesitamos? Procedemos de Dios, y cada hombre, aunque no sea consciente, lleva
el profundo deseo de volver a Dios, de reencontrar la casa paterna y permanecer
allí para siempre. Allí se encuentran todos los bienes que podamos desear: la
vida, la luz, el amor, la paz... San Ignacio de Antioquía, que fue mártir al
principio del siglo segundo, decía: «Hay en mí un agua viva que murmura y dice
dentro de mí: '¡Ven al Padre!'».
Jesús
nos hace entrever la tan profunda intimidad recíproca que existe entre Él y el
Padre. «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11). Lo que Jesús
dice y hace encuentra su fuente en el Padre, y el Padre se expresa plenamente
en Jesús. Todo lo que el Padre desea decirnos se encuentra en las palabras y
los actos del Hijo. Todo lo que Él quiere cumplir a favor nuestro lo cumple por
su Hijo. Creer en el Hijo nos permite tener «acceso al Padre» (Ef 2,18).
La
fe humilde y fiel en Jesús, la elección de seguirle y obedecerle día tras día,
nos pone en contacto misterioso pero real con el mismo misterio de Dios, y nos
hace beneficiarios de todas las riquezas de su benevolencia y misericordia.
Esta fe permite al Padre llevar adelante, a través de nosotros, la obra de la
gracia que empezó en su Hijo: «El que crea en mí, hará él también las obras que
yo hago» (Jn 14,12).
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