Texto del Evangelio (Jn 14,15-21): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y
os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de
la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce.
Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. No os dejaré huérfanos:
volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros sí me
veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. Aquel día comprenderéis que
yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. El que tiene mis
mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de
mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él».
Comentario: P. Julio César RAMOS González SDB (Mendoza,
Argentina).
«Yo
le amaré y me manifestaré a él»
Hoy,
Jesús —como lo hizo entonces con sus discípulos— se despide, pues vuelve al
Padre para ser glorificado. Parece ser que esto entristece a los discípulos
que, aún le miran con la sola mirada física, humana, que cree, acepta y se
aferra a lo que únicamente ve y toca. Esta sensación de los seguidores, que
también se da hoy en muchos cristianos, le hace asegurar al Señor que «nos os
dejaré huérfanos» (Jn 14,18), pues Él pedirá al Padre que nos envíe «otro
Paráclito» (Auxiliador, Intercesor: Jn 14,16), «el Espíritu de la verdad» (Jn
14,17); además, aunque el mundo no le vaya a “ver”, «vosotros sí me veréis,
porque yo vivo y también vosotros viviréis» (Jn 14,19). Así, la confianza y la
comprensión en estas palabras de Jesús suscitarán en el verdadero discípulo el
amor, que se mostrará claramente en el “tener sus mandamientos” y “guardarlos”
(cf. v. 21). Y más todavía: quien eso vive, será amado de igual forma por el
Padre, y Él —el Hijo— a su discípulo fiel le amará y se le manifestará (cf. v.
21).
¡Cuántas
palabras de aliento, confianza y promesa llegan a nosotros este Domingo! En
medio de las preocupaciones cotidianas —donde nuestro corazón es abrumado por
las sombras de la duda, de la desesperación y del cansancio por las cosas que
parecen no tener solución o haber entrado en un camino sin salida— Jesús nos
invita a sentirle siempre presente, a saber descubrir que está vivo y nos ama,
y a la vez, al que da el paso firme de vivir sus mandamientos, le garantiza
manifestársele en la plenitud de la vida nueva y resucitada.
Hoy,
se nos manifiesta vivo y presente, en las enseñanzas de las Escrituras que
escuchamos, y en la Eucaristía que recibiremos. —Que tu respuesta sea la de una
vida nueva que se entrega en la vivencia de sus mandamientos, en particular el
del amor.
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