A
continuación, entregamos el Mensaje con motivo del “Día del Niño por Nacer”
2017, que como todos los años se celebrará este 25 de marzo.
“Alégrate madre, hay un hijo en tu vientre”
La
presencia de un nuevo ser humano vivo en el seno materno ha de ser motivo de
alegría, porque es siempre buena noticia, “buena nueva”. Cada vez que Dios por
sobreabundancia de amor llama a la existencia, en el momento en que las
semillas paterna y materna se fusionan y germina un humano embrión unicelular,
Dios crea su obra maestra y lo hace a su imagen: “a imagen de Dios lo creó:
varón y mujer los creó”, y vio Dios que así “estaba muy bien” (Gen1, 27.31). La
diferencia sexual presente en tantas otras especies de seres vivos, sólo en el
varón y en la mujer —desde que son embrión— lleva en sí la imagen y la
semejanza de Dios, quedando así ligada a una misión y destino eternos.
Por
eso podemos exclamar, ¡alégrate madre, hay un hijo en tu vientre! La alegría es
pues la reacción humana natural a toda “buena nueva”, siempre. Lo vemos así en
María Virgen, sin pecado concebida, en quien brota exultante esa alegría cuando
concibe a su Hijo. Toda mujer tiene derecho a vivir intensamente la alegría de
concebir, de acoger un hijo en su seno; tiene derecho a descubrir —con la
mirada de Dios— al pequeño varón o mujer en su vientre, y decirle jubilosa: “es
bueno que existas”.
Hoy
son muchas las circunstancias que ahogan en la mujer madre, en los padres, en
las familias, en la sociedad toda, la natural alegría por la irrupción del amor
de Dios que “crea de forma prodigiosa” al nuevo ser humano, va “formando sus entrañas”
y “lo va tejiendo en el vientre de su madre” (cf. Sal 139,13-14). Las
situaciones dramáticas y hasta injustas y abusivas en que puede ocurrir una
concepción, suscitan confusión y angustia; entonces, la mentira oscurece la
verdad del amor de Dios por nosotros manifestado en esa criatura, e impone como
falsa “solución” matar a ese niño por nacer. Así, el niño por nacer muchas
veces es hoy el “pobre Lázaro”, tenido por “desecho humano” cuando en realidad
es don de Dios, “un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado,
recordado por Dios” , porque Dios le dice: “Yo no me olvido de ti” (Is. 49,
15).
Sabemos
que es a través de la solidaridad humana que Dios se hace presente en la vida
de aquellas mujeres frágiles tentadas con abortar, es a través de personas
concretas que Dios dice a aquellos niños por nacer amenazados “yo no me olvido
de ti”. Hermanos, haciendo eco del Papa Francisco, los exhortamos: ¡no dejemos
que les roben la alegría a aquellas madres! Salgamos al encuentro de esa
hermana nuestra que gesta su hijo en medio de una situación dramática y, con
muestras de caridad concreta, ayudémosla a redescubrir la verdad acerca de su
bebé, cuya vida y futuro Dios mira llenos de esperanza.
Recurramos
a la intercesión de nuestra Madre, María Santísima, que plena de la presencia
de Cristo llevo la alegría a Juan el Bautista, haciéndolo saltar de gozo en el
seno de su madre. Pidámosle a Ella —que exultante de alegría cantó las
maravillas del Señor— que proteja a todas las madres gestantes y a sus bebés
por nacer y les haga experimentar con intensidad la alegría de la “buena nueva”
que llevan en su vientre.
Gracias, un mensaje muy adecuado para este tiempo.
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