A continuación, presentamos el texto íntegro del Mensaje
por el Día del Niño por Nacer 2016, que se celebrará en el Perú, este 25 de
marzo.
“En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la
medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad…” Palabras
de San Juan XXIII en la apertura del Concilio Vaticano II y que el Santo Padre
Francisco recuerda en la Bula de Convocación Del Jubileo Extraordinario de la
Misericordia. Es dentro de este marco del Año de la Misericordia que queremos
conmemorar el Día del Niño por Nacer.
Así, Francisco nos enseña que “Uno de los graves problemas
de nuestro tiempo es, ciertamente, la modificación de la relación con la vida.
Una mentalidad muy generalizada que ya ha provocado una pérdida de la debida
sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida. Algunos
viven el drama del aborto con una consciencia superficial, casi sin darse
cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo. Muchos otros, en
cambio, incluso viviendo ese momento como una derrota, consideran no tener otro
camino por dónde ir. Pienso, de forma especial, en todas las mujeres que han
recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las condujeron a
esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas
mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y
dolorosa”.
Son miles las mujeres, madres desde la concepción de sus
hijos, que están sufriendo este doloroso drama. El evidente vacío de sus
vientres interpela y recuerda con vehemencia natural ¿qué hiciste con tu hijo?
Lo cierto es que ninguna mujer quiso abortar, es forzada por la soledad, el
abandono, la violencia y estando en medio de un mundo que vive la cultura del
descarte, ella, se hizo víctima al hacerse victimaria; pues dictaminó la muerte
del ser que debería proteger.
Inicia así un camino doloroso y despersonalizante, la
negación encubre, la rabia reclama y la desesperanza junto a la amargura
cierran su corazón a la Gracia. ¡Un alma sin sentido ni propósito! ¿Cómo
dejarla sola? Urge hacerse prójimo de aquella que ha vivido el trauma de un
aborto. Es vital, “acoger y acompañar con misericordia a aquellas que han
abortado, para sanar sus graves heridas e invitarlas a ser defensoras de la
vida”.
Reconozcamos en las palabras de San Juan Pablo II la
confirmación de este apostolado en acompañamiento post aborto: “Si aún no lo
han hecho, ábranse con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de
toda misericordia las espera para ofrecerles su perdón y su paz en el
sacramento de la Reconciliación. Se darán cuenta de que nada está perdido y
podrán pedir perdón también a vuestro hijo que ahora vive en el Señor”.
El Sacramento de la Reconciliación es ese bálsamo para las
heridas que el aborto deja no sólo en la madre, sino también en todos aquellos
que colaboraron en este acto atroz que eliminó al más pequeño e indefenso de
entre todos, el niño por nacer.
Recordemos que el Papa Francisco ha concedido para el
Jubileo Extraordinario de la Misericordia ha decidido conceder a todos los
sacerdotes la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han
practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón.
“Sí, el evangelio del amor y de la vida es también siempre
el evangelio de la misericordia, que se dirige al hombre concreto y pecador,
que somos nosotros, para levantarlo de cualquier caída, para curarlo de
cualquier herida” Estas palabras de Benedicto XVI nos invitan a vivir el amor
en la misericordia, en ayudar a nuestro prójimo, en este caso la mujer que ha
abortado, a comprender el pecado que ha cometido, pero por sobre todo el amor
del Padre que como al hijo pródigo abre los brazos conmovido frente a su
arrepentimiento.
Que este Año de la Misericordia sea propicio para que,
desde la verdad y la caridad, acojamos a quienes han abortado y las pongamos en
manos de nuestra Madre María que es toda misericordia.
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