Escrito por Comentarista 4
El 17 Junio, 2016.
"El valor de su tiempo" |
La acumulación conduce siempre al desorden. La acumulación tiene
que ver con el amontonamiento, las cosas que se dejan unas sobre
otras. ¿No te pasa que cuando llegas del trabajo dejas la chaqueta en el
respaldo de la silla, las llaves en un rincón de la mesa, los folios en un lado
y el periódico en no se sabe dónde? Lo malo es que allí mismo estaban las cosas
con las que tu hijo ha jugado todo el día, y también las de tu mujer. Entonces
la mesa del salón se va pareciendo a un palimpsesto lleno de capas. Al día
siguiente, da por perdida la mitad de lo que abandonaste de cualquier manera, porque
si la acumulación genera desorden, el desorden conduce a la pérdida.
El desorden favorece
un estilo de vida en el que no hay nadie en la cofa del barco (puesto de vigía), ni existe
timonel, el barco sólo se mueve. Qué distinto es empezar el día diciéndole
al Señor:
“Mira, hoy me
irán sucediendo tantas cosas que no sé por dónde voy a empezar, ordénamelas Tú.
Ayúdame a saber escuchar en la reunión de esta mañana y a no ser el que siempre
mira de refilón el reloj para escaparse cuanto antes. Ayúdame a que cada cosa
tenga peso, porque el tiempo no es oro, es Tuyo”.
Sin quererlo, hablando así, estás predisponiendo tu alma para
que el Señor ponga su diseño en ella y en todo cuanto hagas. Ya no acumularás,
irás perdiendo la sensación de desorden, de hacer por hacer, de sobrevivir.
Pero no te quedes con la copla de que ordenar versus acumular es una virtud
moral, es que Dios quiere que vivas la vida con intensidad, y el que amontona
no sabe lo que hace, va a ciegas. El secreto no está en eso que hoy se llama mindfulness,
una atención plena o conciencia plena de las cosas. Vivir así es imposible, no
tenemos gasolina para llegar tan lejos. Pero si dejas que el Señor entre en tu vida,
entonces te sugerirá dónde poner atención y dónde poner… las cosas.
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