domingo, 24 de febrero de 2019

VII Domingo del Tiempo Ordinario, 24 de febrero: ¿Cómo calmar conflictos?


Entre nosotros hay muchas diferencias, envidias, conflictos. La política es constantes enfrentamientos entre los partidos. Las diferencias en ingresos económicos entre peruanos son abismales. Crean envidia y violencia. Y también hay conflictos entre familias por límites de terrenos y otras cosas. Cuantas tensiones en nuestra familia, entre esposos, entre padres e hijos. Realmente vivimos en un clima dividido y conflictivo.


Hasta en la iglesia hay tensiones: hay grupos, que buscan más de conservar la tradición y otros, que quieren modernizarla. Ahora vivimos un momento muy especial en Lima: El nuevo arzobispo Carlos Castillo es muy distinto de su antecesor Juan Luis Cipriani. Ambos representan sectores distintos de la iglesia y muchas veces había algo como una guerra fría entre estos sectores. No es que uno sea malo y el otro bueno, pero van a ver cambios con el nuevo arzobispo y yo creo para el bien de la iglesia. 

Las lecturas de hoy nos dan pautas, de cómo podemos solucionar nuestros conflictos en la familia, en la iglesia y en la sociedad.

La primera pauta es: Respeta a quien te quiere fregar. No respetes sus ideas o su modo de actuar, pero como persona también es hijo de Dios, es “ungido”. El Rey Saúl envidiaba y odiaba al Joven David, porque el pueblo lo amaba más que a él por su valentía y éxito en la lucha contra los filisteos. Lo persigue y lo quiere matar.  Una noche David hubiera podido vengarse y matar a David. Pero no lo hace. Respeta a su rey, a pesar, que éste lo quería fregar. Por eso yo respeto a Cipriani, aunque no comulgo con todas sus ideas. 

La segunda pauta es: Ama al otro. Al que te ha hecho daño. Así lo dice Jesús: Amen a sus enemigos. Eso sí es mucho más difícil. Pero es la única manera, de acabar con la violencia. Si seguimos la lógica de la venganza, siempre habrá más conflicto, más violencia. En realidad, es casi imposible, y no nos nace espontáneamente, es un proceso. Jesús nos da algunas pautas para este proceso del amor al enemigo:

-          Haciendo el bien y no responder mal con mal.
-          Bendecir y no maldecir a los malditos.

-          Orar por los, que nos han hecho algún daño: Por allí hay que empezar. Oremos para que cambien y que cambie nuestra actitud. La oración sana tu corazón, supera al odio, que tanto daño te hace.
-          Perdonar: Esto es el paso decisivo. Recién el perdón abre el camino a poder amar al que antes era nuestro adversario.

La tercera pauta es: Ser generosos. Jesús dice: Trata a los demás, como quieres, que ellos te tratan. Y si eres generoso, Dios va a ser generoso contigo. Es una sabiduría popular. Viviremos en harmonía, si supiéramos tratarnos así. 

Un cuento dice: Jesús dijo a sus discípulos: Lleven una piedra según el tamaño de sus pecados a este cerro. Judas, que era vivo y cómodo, llevó una piedra chiquita. Arriba Jesús transformó estas piedras en pan. Y Judas se arrepintió: por haber sido poco generoso, recibió poco. Aprendan. 

Amen.

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