Lectura
del santo evangelio según san Marcos 9,41-50
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que os dé a beber un vaso de agua,
porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que
escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le
encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te
hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos
manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hacer caer,
córtatelo; más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies
al infierno. Y, si
tu ojo te hace caer, sácatelo; más te vale entrar tuerto en
el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano
no muere y el fuego no se apaga. Todos serán salados a fuego. Buena es la sal;
pero si la salva se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis? Que no falte entre
vosotros la sal, y vivid en paz unos con otros.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
No añadas
culpas a las culpas
El libro
del Eclesiástico nos da una imagen de Dios compasivo, pero al mismo tiempo
también la imagen de un Dios lleno de ira, vengativo. ¿Cómo puede subsistir
ambas imágenes sobre Dios? ¿No son la ira y la venganza sentimientos
humanos que hablan de la limitación del amor? ¿Se puede pensar en un Dios fuera
de sí?
Lo que
nos enseña este texto es el sentido del límite. Cómo puedo limitar mis
pretensiones de riqueza y poder, que me conducen al engreimiento y la
vanagloria. Enseña también el texto, a no confiar en riquezas injustas,
aquellas que se generan por medio de la opresión y la esclavitud de los seres
humanos.
En este
mes de febrero, el Papa ha pedido una oración por las nuevos esclavizados. No
es un problema del pasado, es un problema del presente. La trata de seres
humanos sigue existiendo, y no podemos mirar hacia otro lado. Hombres y mujeres
esclavizados con trabajos precarios que no dignifican a la persona. Y se
trabaja para grandes marcas comerciales. Hombres y mujeres que en la industria
del sexo se convierten en objetos. Hombres y mujeres que mueren en nuestros
mares porque son vendidos a su suerte por conseguir un sueño de libertad y
dignidad más justo. No es cosa del pasado. Las nuevas esclavitudes están muy
presentes.
Por eso,
hemos de mirar como en el libro del Eclesiástico, de no añadir culpas a las
culpas. Ya de por sí somos culpables de una mirada cómplice e indiferente ante
toda esta realidad donde se atenta contra la vida y la dignidad de las
personas. Y se nos marcan límites para ello: No confíes en las riquezas, no te
digas soy poderoso, no confíes en tus fuerzas para conseguir tus caprichos, no
creas que el Señor con su compasión te librará de todo mal, porque estarás
viviendo una vida de engaño.
Vivid en
paz unos con otros
Esta es
la sentencia final del Evangelio de hoy, que se proclama después de que Jesús
marcara ciertos límites. Es preferible cortar o seccionar cualquier parte del
cuerpo a vivir enfermo toda la vida. Y lo dice después de sentenciar que no se
puede escandalizar a los más pequeños. Pero no es a una enfermedad del cuerpo a
lo que se refiere, sino a tener el corazón o el alma enferma, corrupta,
podrida.
Una vida
sin Dios y una vida sin límites no autoriza a nadie a vivir oprimiendo o
subyugando a los demás. La opresión provoca enemistad, y la enemistad es la
consecuencia de un alma enferma de amor, porque se alimenta del odio y la
venganza.
Por eso,
es necesario curar lo que está enfermo. Nos acostumbramos a decir que el amor
se acaba, y lo damos todo por zanjado cuando “cortamos por lo sano” una
relación. La expresión lo dice, cortar por la parte que está sana. Sin embargo,
nos olvidamos de dar los cuidados paliativos cuando fracasamos en el amor,
alimentando el odio, los sentimientos de ira y venganza.
Resulta
curioso en no pocos casos de separación matrimonial, cómo los hijos son
utilizados y manipulados como instrumentos de venganza. Los hijos tienen que
contemplar cómo sus progenitores se descueran en críticas, convirtiendo a los
hijos en arma arrojadiza.
Resulta
curioso cómo en el ámbito de las comunidades se utiliza y manipula a la gente,
para proyectar el malestar interior que pueda vivir un agente de pastoral o un
sacerdote. Se enseña, se predica o se escribe sin tener en cuenta en qué
condiciones estoy.
Son
momentos que uno puede vivir donde la limitación del amor se hace presente.
Pero, hemos de cuidar de no escandalizar a los más débiles o pequeños. Podemos
estar haciendo recaer en ellos la culpa y el peso de nuestros pecados.
Por eso,
hemos de preguntarnos con Jesús, “si la sal se vuelve sosa, ¿con qué se salará”
Si nosotros, que hemos de condimentar esta vida con gestos y signos de amor, no
logramos mostrar una vida más sana, entonces, hemos perdido la esencia de la
fe, que consiste en amar al prójimo.
De ahí
que sea importante, esa frase final del Evangelio de Marcos: Vosotros vivid en
paz unos con otros. Es un llamamiento no sólo a la fe, sino a lo más esencial
del cristianismo: el amor y la bondad. En el texto se une la bondad con el
reconocimiento del Mesías. Si todo lo hacemos con amor en nombre del Mesías. Es
tan importante el proporcionarnos una paz mutua como el seguimiento y la
confesión de la fe en Cristo Jesús.
Pidamos
por los más pequeños o débiles para que no sean víctimas de nuestras desavenencias,
y pidamos para que sepamos curar nuestras heridas abiertas y no convirtamos en
víctimas a nuestros prójimos con nuestras culpas.
Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
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