El domingo 13 de noviembre, el Arzobispo de Lima, Cardenal
Juan Luis Cipriani Thorne, presidió la Santa Misa de Clausura del Año de la
Misericordia, celebrada en la Basílica Catedral de Lima.
En su homilía, el Arzobispo dijo que al culminar este año,
“empezamos un nuevo modo de caminar, en que la misericordia esté siempre en el
centro de tu alma, que sepan comprender a los que están alejados, perdonar al
que te ofende, visitar al que está sólo, corregir, enseñar al ignorante, al que
está equivocado pero siempre con esa comprensión, con esa ternura, con esos
ojos en el que Cristo se vuelve en cada uno, misericordia”.
Con la presencia de miles de fieles de las parroquias,
movimientos y hermandades de la arquidiócesis que llegaron desde temprano a la
Catedral de Lima, el Arzobispo de Lima, reflexionó sobre las innumerables
gracias que Dios ha concedido en el Año de la Misericordia.
En otro momento, el Cardenal Cipriani, meditando sobre el
pasaje de Corintios, afirmó que el amor a Dios es lo que nos lleva a ser el
reflejo del rostro misericordioso de Cristo. “Por eso en estas semanas el Papa
ha estado insistiendo, ese rostro que sabe visitar al enfermo, que sabe
perdonar, que sabe ir a ver al que está preso, que sabe acoger el que está
abandonado por la sociedad, por amor, sólo y exclusivamente por amor a Dios
vuelco mi amor a los demás. No podemos dejar, que ni un instante de pesimismo,
de critica invada nuestra vida, no podemos dejar que nos invada la falta de fe,
estamos en tus manos Señor y en este año de la misericordia has hechos miles y
miles de milagros en mi alma, en la tuya en la de aquella de persona, miles y
miles de veces el Señor ha pasado a tu lado y qué pena porque tantas veces no me
he dado cuenta”.
Asimismo, agradeció a los sacerdotes, religiosos y
religiosas y a todos los fieles por todo el esfuerzo realizado en este año
jubilar y a la vez los invitó a encontrar a Dios en las cosas ordinarias del
día. “Yo quiero agradecer de manera especial a los sacerdotes, a los religiosos
y religiosas a los movimientos eclesiales que con tanto esfuerzo y cariño han
hecho posible que el pueblo de Dios, que este santo pueblo de Dios que es la
Iglesia que peregrina en esta ciudad de Lima, haya podido tener acceso a esos
momentos de oración en el Santísimo, a ese momento maravilloso de la
reconciliación, a esas visitas para dar la unción de enfermos, a esas visitas a
los hospitales para llevar un poco de alegría y de paz (…)”.
Finalmente, el Arzobispo de Lima pidió por las religiosas,
madres de familia y por todas las mujeres para que sean el rostro de Nuestra
Madre María. “Una última palabra a nuestra Madre, recordando esa oración de la
Salve, Madre de misericordia vuelve a nosotros tus ojos en este valle de
lágrimas, abogada nuestra, Madre mía, Tú pon esa ternura en nuestro corazón,
ilumina a todas las madres de familia, ilumina a todas las religiosas, ilumina
a todas las mujeres del mundo para que con ese rostro de María iluminen
nuevamente esa maravillosa presencia de la mujer (…). Hermanos, gracias a Dios,
gracias a todos ustedes y que Jesús, ese rostro misericordioso del Padre, reine
en nuestras familias y en nuestra patria”.
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