CIUDAD DEL VATICANO, 7 DIC 2011 (VIS).-El arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, ha intervenido en el XVIII Consejo Ministerial de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que se celebra los días 6 y 7 en Vilnius (Lituania).
En su discurso, el arzobispo trató, entre otros temas, el de las migraciones, que para la Santa Sede constituye un argumento de interés primordial, sobre todo en las actuales circunstancias de crisis económica y financiera. Mons. Mamberti señaló que existe un creciente consenso en la comunidad internacional sobre la necesidad de prestar mayor atención a los migrantes; en este contexto, aseguró que es preciso favorecer la reunificación de los migrantes con sus familias, ya que “la familia desempeña un papel fundamental en el proceso de integración, en dar estabilidad a la presencia de los migrantes en su nuevo ambiente social. (…) Los migrantes, conscientes de sus propios derechos, pueden sentirse más seguros a la hora de ofrecer sus servicios y capacidades, mientras que la comunidad que los acoge, bien informada y respetuosa con tales derechos, se sentirá libre para extender su solidaridad con el fin de edificar juntos un futuro común”.
El Secretario para las Relaciones con los Estados también se refirió al compromiso de la OSCE en defensa de las libertades fundamentales y los derechos humanos, uno de los cuales es el derecho a la libertad de religión: “A pesar de que la comunidad internacional y las constituciones de la mayor parte de los Estados lo proclaman repetidamente, hoy día sigue siendo ampliamente violado”, afirmó. El Papa Benedicto XVI ha recordado, en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2011, que los cristianos son actualmente el grupo religioso más perseguido a causa de su fe. Según el arzobispo Mamberti, “podrían ser más de 200 millones los cristianos de diferentes confesiones que se encuentran en una situación difícil a causa de estructuras legales y culturales que los discriminan”. Por ello, propuso instituir una jornada mundial contra la persecución y la discriminación de los cristianos como “un signo importante de que los gobiernos desean afrontar esta grave cuestión”.
Contra el tráfico de seres humanos
Finalmente, el arzobispo trató la cuestión del tráfico de seres humanos, especialmente de menores y mujeres -para su explotación sexual, laboral e incluso para la esclavitud doméstica-, que se ha convertido en “un poderoso negocio global” que implica a numerosos países de origen, tránsito y destino. “A fin de luchar contra esta plaga con mayor determinación y resultados concretos, es necesaria una convergencia de esfuerzos: una mentalidad centrada en la dignidad única de cada persona; el castigo cierto de los traficantes; la lucha contra la corrupción; (…) y la correcta información en los medios de comunicación social sobre los daños ocasionados por este tráfico”.
DEL SS/ VIS 20111207 (480)
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