lunes, 2 de noviembre de 2020

Subsidio litúrgico para la celebración de los difuntos en familia

 1.   Monición

Celebramos el día de todos los difuntos. En especial queremos recordar los difuntos de nuestra familia …. Y otros, que recordamos con cariño … La muerte es para el cristiano no el final de la vida sino un transito para la vida eterna. Con nuestras oraciones queremos acompañar al alma del difunto de limpiarse de todo pecado por nuestro salvador Jesucristo. Como introducción podemos ver el siguiente video: https://www.facebook.com/1544394022/videos/10223398108531295/

2. Canto de entrada

Se canta el salmo 113. Si no, pueden cantarse otros cantos apropiados conocidos de resurrección. https://youtu.be/T34yf8sHxfU

3.-Palabras de introducción

“Creo que mi Redentor vive, y que al final de los tiempos he de resucitar del polvo, y en esta carne mía contemplaré a Dios, mi Salvador. Lo veré yo mismo, mis propios ojos lo contemplarán. Y en esta carne mía contemplaré a Dios, mi Salvador”. Hermanos, que la paz de Jesucristo esté hoy muy especialmente con todos nosotros. Nos hemos reunido en esta casa, para conmemorar a nuestros hermanos difuntos... Juntos rezaremos por ellos, y pediremos a Dios nuestro Padre que lo admita para siempre en su reino eterno, en el lugar de la luz y de la paz. Al mismo tiempo, fortaleceremos en nosotros la fe y la esperanza en la vida plena que Dios ofrece a todos sus hijos, después de nuestro paso por este mundo.

4. Encendido del cirio pascual o de una vela

Encendemos, oh Cristo Jesús, esta llama, símbolo de tu cuerpo glorioso y resucitado; que el resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza, hasta que lleguemos a ti y lo encendemos en recuerdo de nuestros hermanos difuntos … que sabemos que ya gozan de tu presencia en el reino. Oh claridad eterna, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. Amén.

5. Oración

Oremos (pausa). Padre, escucha en tu bondad nuestra oración por tu hijo N., a quien has llamado de este mundo. Llévalo junto a ti, al lugar de la luz y de la paz, para que viva en el gozo de tu amor, en la asamblea de tus santos. Por Jesucristo nuestro Señor.

6. Lectura del segundo libro de los Macabeos (12, 43-46)

En aquellos días, Judas Macabeo, jefe de Israel, hizo una colecta y recogió dos mil dracmas de plata, que envió a Jerusalén para que ofrecieran un sacrificio de expiación por los pecados de los que habían muerto en la batalla. Obró con gran rectitud y nobleza, pensando en la resurrección, pues si no hubiera esperado la resurrección de sus compañeros, habría sido completamente inútil orar por los muertos. Pero él consideraba que a los que habían muerto piadosamente, les estaba reservada una magnifica recompensa. En efecto, orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados es una acción santa y conveniente. Palabra de Dios.

Salmo 22 (23) Respuesta:

El Señor es mi pastor, nada me falta. 2 El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por senderos justos, por el honor de su nombre. (Respuesta) Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. (Respuesta) Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. (Respuesta) Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. (Respuesta)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (25, 1-13)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que, tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó un, grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.’ Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’. Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’. Por eso, estén preparados, porque no saben ni el día ni la hora”. Palabra del Señor.

7. Comentario a las lecturas leídas:

¿Cómo justifica el libro de los Macabeos la oración por los difuntos? El evangelio nos dice, que hay que estar preparados para entrar en el banquete del Reino de los Cielos. ¿Como nos preparamos?

9. Oración de los fieles

a) Ahora, juntos, oremos confiadamente a Dios, nuestro Padre, por nuestros hermanos N. Respondemos a cada petición, diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE. Para que Dios acoja a sus hijos N. y lo llene del gozo y de la vida para siempre. OREMOS AL SEÑOR Para que acepte todo el bien que hicieran en este mundo, y les perdone todo pecado. OREMOS AL SEÑOR Para que reciba también en la felicidad de su Reino a todos los que han muerto. OREMOS AL SEÑOR Para que dé consuelo y esperanza a todos los que sufren. OREMOS AL SEÑOR.

10. Padrenuestro

Hemos orado con fe por nuestros hermanos difuntos. Vamos a despedirnos de ellos. Nuestro adiós, aunque no nos quita la tristeza de la separación, nos da, sin embargo, el consuelo de la esperanza. Vendrá un día en que nos alegraremos de nuevo con su presencia. Esta asamblea que hoy se despide con tristeza, se reunirá un día en la alegría del Reino de Dios. Consolémonos, pues, mutuamente en la fe de Cristo diciendo el Padrenuestro.

11. Canto de despedida

Resucitó https://youtu.be/ODfTraRqHos 3 12.

Oración final

A tus manos, Padre de bondad, encomendamos las almas de nuestros hermanos difuntos con la firme esperanza de que resucitarán en el último día con todos los que han muerto en Cristo. Te damos gracias por todos los dones con que los enriqueciste a lo largo de su vida; en ellos reconocemos un signo de tu amor y de la comunión de los santos. Dios de misericordia, acoge las oraciones que te presentamos por estos hermanos nuestros que nos han dejado y ábreles las puertas de tu mansión. Y a todos nosotros, los que hemos quedado en este mundo, concédenos saber consolarnos con palabras de fe, hasta que también nos llegue el momento de volver a reunirnos con ellos, junto a ti, en el gozo de tu reino eterno. Por Jesucristo nuestro Señor. Los Padres pueden bendecir a sus hijos.


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