Con motivo del 40 aniversario de la firma del Acuerdo entre la Santa Sede y el Perú, Mons. Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados del Vaticano, dio un discurso centrado en el significado y los objetivos de la diplomacia vaticana. “La Santa Sede está llamada a actuar para facilitar la coexistencia entre las diversas naciones, para promover la fraternidad entre los pueblos”, dijo durante su ponencia sobre el rol de la acción diplomática vaticana en favor de la paz y la justicia en el mundo.
El evento, organizado por la Academia
Diplomática “Javier Pérez de Cuéllar”, se realizó el pasado 6 de noviembre en
conmemoración del acuerdo bilateral firmado en Lima el 19 de julio de 1980.
También contó con la intervención del Nuncio Apostólico en Perú, Mons. Nicola
Girasoli; el Ministro de Relaciones Exteriores, Mario López Chávarri, y los
embajadores María Velásquez Rivas y Alan Wagner Tizón.
Durante su discurso, el Arzobispo señaló
que el Papa Francisco pide a la diplomacia de la Santa Sede que apoye “una idea
de paz como fruto de relaciones justas, es decir, el respeto de las normas
internacionales, la protección de los derechos humanos fundamentales, empezando
por los de los últimos, los más vulnerables”.
Por lo tanto, es clara la función
«eclesial» de la diplomacia «como instrumento de comunión que une al Romano
Pontífice con los Obispos y las respectivas Iglesias locales, mencionó Monseñor
Gallagher. El Secretario de Relaciones con los Estados recordó que la red
diplomática de la Santa Sede mantiene relaciones bilaterales con 183 Estados, a
los que hay que añadir la Unión Europea y la Orden Soberana de Malta.
Prevenir los conflictos
Según Monseñor Gallagher, «la idea de
paz de la que es portadora la Santa Sede no se detiene en lo que las naciones
expresan en el derecho internacional contemporáneo. Trabajar por la paz no sólo
significa determinar un sistema de seguridad internacional, sino también
prevenir las causas que pueden desencadenar un conflicto bélico, así como
eliminar las situaciones culturales, sociales, étnicas y religiosas que pueden
reabrir guerras sangrientas que acaban de terminar».
En este sentido, el derecho
internacional «debe seguir dotándose de instituciones jurídicas e instrumentos
normativos capaces de gestionar conflictos concluidos o situaciones en las que
los esfuerzos diplomáticos han obligado a las armas a guardar silencio».
Romper los mecanismos de indiferencia
Asimismo, Monseñor Gallagher denunció
la «propagación de la indiferencia» que afecta a los lugares de conflicto y
guerra. “Hoy en día, también nos involucra a todos nosotros, que,
voluntariamente o no, somos alcanzados en nuestra vida diaria por una continua
ola de noticias e información, que nos conecta virtualmente con el resto del
mundo y nos muestra multitud de personas que sufren, personas sin hogar, muchas
víctimas de guerras obligadas a emigrar, personas que han perdido su trabajo y los
más vulnerables”, explicó.
Promover una verdadera conversión
El camino principal, señala el
Arzobispo, es el indicado por el papa Francisco, es decir, la lucha contra la
pobreza, tanto material como espiritual, la construcción de la paz, la
construcción de puentes a través del diálogo. Después de todo, concluyó el
Secretario de Relaciones con los Estados, «la diplomacia de la Santa Sede es
una diplomacia en camino: una larga, compleja y llena de dificultades, pero con
la ayuda de Dios como sea posible».
Conmemoración por los 40 aniversario de la firma del Acuerdo entre la Santa Sede y el Perú
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