Obispo.
Martirologio Romano: San Nicolás, obispo de Myra, en Licia (Turquía), famoso por su santidad y por su intercesión ante el trono de la divina gracia. (+ s. IV).
Etimológicamente: Nicolás significa “protector y defensor de los pueblos”. Viene de la lengua alemana.
En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde estuvo de obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí en secreto las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia. En esa ciudad se obtuvieron tan admirables milagros al rezarle a este gran santo, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa.
Tanta es la popularidad de este santo que ya, desde la antigüedad, le han dedicado en el mundo cristiano más de dos mil templos.
De San Nicolás, obispo de Myra (Licia) en el siglo IV, tenemos muchas noticias, pero es difícil distinguir las pocas auténticas del gran número de leyendas tejidas alrededor de este popularísimo santo, cuya imagen presentan todos los años los comerciantes vestido de "Papá Noël" en Francia, los alemanes le llamaban San Nikolaus y más tarde esto derivó en Santa Claus. Originalmente vestía o era pintado con capa verde y barbas blancas. En una campaña navideña, una firma de refrescos americana, la transformó en roja asimilándola a su marca con fines comerciales. Un rubicundo anciano de barba larga y blanca, y con un costal lleno de regalos a la espalda, que se traslada con un trineo tirado por renos.
Su culto se difundió en Europa cuando sus presuntas reliquias fueron llevadas de Mira por 62 soldados bareses y colocadas con grande honor en la catedral de Bari (san Nicolás de Bari), para evitar que fueran profanadas por los turcos. Era el 9 de mayo de 1087. Las reliquias habían sido precedidas por la fama de gran taumaturgo y por coloridas leyendas. En la Leyenda áurea se lee: "Nicolás nació de ricas y santas personas. Cuando lo bañaron el primer día, se paró solito en la tina...". Era un niño de excelente salud y ya inclinado a la ascética, pues, como añade la Leyenda, el miércoles y el viernes rechazaba la leche materna. Ya más grandecito "rehusaba las diversiones y las vanidades y frecuentaba la iglesia".
Como era un joven inteligente, cuando llegó el momento oportuno, su tío, que era obispo, lo ordenó de sacerdote.
Con su espíritu inquieto, se marchó a Tierra Santa para vivir la vida monástica en un monasterio. A su vuelta, la ciudad de Mirna se había quedado sin obispo. Entre muchas discusiones se dijeron: "El próximo sacerdote que entre en el templo, lo elegimos". Entró Nicolás y fue nombrado el obispo de Mirna.
Elevado a la dignidad episcopal por sobrenatural inspiración de los obispos reunidos en concilio, el santo pastor se dedicó a su grey, distinguiéndose sobre todo por su gran caridad. Desde niño todo cuanto tenía lo repartía entre los chicos y chicas. Dios nos ha dado las cosas para compartirlas. Los pintores lo han reflejado en sus cuadros como el santo que amaba a los niños y a los pobres. Curó a varios a los que le habían clavado un puñal.
"Un vecino suyo, encontrándose en grandísima pobreza, ordenó exponer al pecado a sus tres hijas vírgenes para sacar de ese vil mercado el sustento para él y para sus hijas...”. Para evitar ese despiadado lenocinio, San Nicolás, pasando en la noche por frente de la casa de ese pobre, tres veces echó una bolsa de monedas de oro, y las tres hijas con la dote consiguieron un buen marido. Su patrocinio sobre muchachos y muchachas parece que se debe a otro hecho legendario: el obispo habría inclusive resucitado a tres niños, asesinados por un carnicero para hacer salchichas.
Su labor apostólica se extendió bien pronto hasta el mismo mar. Había unos marineros en peligro por la tormenta desatada, e invocaron a san Nicolás. Este les socorrió salvándolos de un naufragio seguro. En efecto, parece que con los marineros tenían cuenta abierta: durante una carestía había obtenido de una nave llena de trigo una buena porción para sus fieles; después, cuando los dueños controlaron el contenido de la nave, encontraron que todo el trigo estaba completo.
Era un obispo de clara inteligencia. Lo demostró ampliamente en el Concilio de Nicea en el año 325.
No le tenía miedo a la muerte. Por eso cuando el emperador Licinio mandó un edicto de muerte contra todos los cristianos, Nicolás, en lugar de quedarse en casa con miedo, se fue a las calles a predicar más y más el Evangelio. Dios actúa siempre en la historia. Por aquel tiempo llegó el emperador Constantino y dio libertad de culto a los cristianos. Luchó contra a Arrio, un hereje que negaba que Jesucristo fuera Dios. Lo derrotó intelectualmente.
Murió en Mirna el 6 de diciembre del año 345. Es patrono de Rusia, Grecia y Turquía. Sus reliquias están en Bari, Italia.
Tras su muerte se convirtió en el primer santo, no mártir, en gozar de una especial devoción en el Oriente y Occidente. Multitud de relatos milagrosos aparecieron sobre él, desfigurando, a veces, su inminente carácter práctico y sencillo.
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