Lectura del Santo Evangelio según San
Marcos 6,1-6
En
aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó
el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se
preguntaba asombrada:
-« ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía:
-« ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía:
-«No
desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su
casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Reflexión del Evangelio de hoy
Ahora,
Señor, perdona la culpa de tu siervo
En
este pasaje del libro de Samuel vemos, como en tantos momentos de la historia
del Pueblo de Israel, cómo Dios muestra su misericordia.
El
rey David reconoce que ha obrado mal, y se dirige a Dios para pedir perdón y
que caiga sobre él el castigo divino.
Y
Dios nuevamente se muestra misericordioso con el rey y con su pueblo.
Nosotros
somos humanos, y por lo tanto tenemos la posibilidad de ofender a Dios con
nuestras acciones, con nuestras omisiones de acción y con nuestros pensamientos.
Muchas veces somos inconscientes de esta realidad en la relación con nuestros
hermanos. Y, ¡cuánto nos cuesta reconocer y aceptar que nos hemos equivocado,
que hemos obrado a espaldas de Dios y los hombres, y que nuestras acciones han
podido separarnos de Dios!
Sin
embargo, este es el primer paso para poder recibir la misericordia de Dios:
reconocer nuestro pecado.
El
segundo paso es pedir perdón, igual o más difícil que el primero. Nos cuesta
mucho porque el orgullo, la falta de humildad, nuestro egoísmo, el creernos
perfectos… nos dificulta dar este paso. Pero, ¡qué libre se queda el alma
cuando somos capaces de “pedir perdón”, no solo a Dios, sino también a nuestros
hermanos!
Sabemos
que Dios nos escucha siempre y que nos da toto lo que necesitamos, pero hemos
de pedírselo. La oración insistente será siempre escuchada, y la petición de
perdón siempre tendrá respuesta de Dios en su inmensa misericordia.
Dios
siempre nos perdona con tal de que reconozcamos nuestro error y acudamos a Él
con humildad.
Nadie
es profeta en su tierra
Marcos
nos plantea una situación que vivió Jesús al inicio de su vida pública.
Situación en la que vemos que sus propios conciudadanos y parientes desprecian
las enseñanzas y virtudes de Jesús.
“Nadie
es profeta en su tierra”, nos dice el pasaje. Y nosotros… ¿sabemos reconocer y
valorar a los “profetas” de hoy en día?
¡Cuánta
gente a nuestro alrededor está dando su tiempo, parte de su hacienda, su vida…
por los demás!, y ¡cuántas veces nos cuesta reconocerlos como tales! Nos es más
fácil justificar sus actos intentando desprestigiarlos. ¿Por qué actuamos así?
¿Quizá por envidia? ¿Quizá por vergüenza? ¿Quizá porque creemos que
subestimando al otro ensalzamos nuestras “no acciones”?
Miremos
este pasaje… ¿queremos seguir siendo como estos vecinos y parientes?
Sepamos
reconocer a los profetas de nuestro tiempo, a los que se desgastan intentando
dar un techo a los que no lo tienen; ayudando a tener una vida digna a los que
están solos, a los ancianos; a los que ayudan a salir adelante a las madres que
quieren tener a su hijo; a los que trabajan por ayudar a los inmigrantes; y más
cerca de nosotros a los que dedican tiempo a los demás.
Si
no somos capaces de actuar, sí sepamos reconocer la mano de Dios en ellos, y
ante todo y sobre todo: oremos.
Dña. Rosa María García
O.P. y D. José Llópez O.P.
Fraternidad Laical de Santo Domingo de Torrent, Valencia.
Fraternidad Laical de Santo Domingo de Torrent, Valencia.
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/31-1-2018/
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