miércoles, 8 de septiembre de 2021

Evangelio del día, Natividad de la Virgen María

 Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 18-23

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:


«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».

Reflexión del Evangelio de hoy

La fiesta de la Natividad de la Virgen comenzó a celebrarse en Roma hacia el siglo VII. Es una fiesta que, en oriente, se venía celebrando con anterioridad. Junto con San Juan Bautista son las únicas fiestas que conmemoran el nacimiento de un santo. La Iglesia, desde el principio, quiso destacar la presencia de María en el caminar del pueblo cristiano. Dentro de sus celebraciones surgió esta fiesta y la situó en el 8 de septiembre. Hoy, por toda España y, seguro, también en Hispanoamérica, se celebra de modo especial este recuerdo a la natividad de María. Desde Covadonga, pasando por la Peña de Francia, hasta las tierras del sur, tan marianas, en la mayoría de los pueblos se recuerda con alegría la natividad de María. En cada lugar se la homenajea con una advocación propia.

El anuncio del Mesías

El profeta Miqueas es contemporáneo de Oseas e Isaías. Su actividad se desarrolla hacia el año 700. Predicó en Judá; un momento duro, ya que los asirios se apoderarán de Israel convirtiendo a Judá en vasallo. Tiempos de incertidumbre y desasosiego. En esa situación de incertidumbre, el profeta invita a mirar hacia adelante animando la esperanza del pueblo. Habla de un futuro donde surgirá “el jefe de Israel” y “Él se alzará y pastoreará con el poder de Yahveh”.

La Iglesia ha visto siempre en estas palabras de Miqueas el anuncio del Mesías. Es un anuncio de aliento, anunciando que Dios siempre trae motivos de esperanza. No puede ser de otro modo. Él es todo amor y solo quiere transmitirnos ese amor a través de todas las circunstancias en las que se desenvuelve nuestra vida.

Este anuncio es la promesa que habían esperado los hombres, la llegada de Alguien que iba realizar la salvación de todos estableciendo ese Reino de Dios que traerá el Mesías. Él guiaría al pueblo en medio de un mundo un tanto desorientado. Este “jefe de Israel” procederá de la estirpe de David. Nacerá en Belén, el pueblo del gran rey.

En el Nuevo Testamento se cita este texto aplicado a Jesús. Lo podemos ver en Mt 2,6 y en Jn 7,42. Esta profecía se cumpliría 700 años después de su anuncio, con la llegada de Jesucristo.

El profeta concluye esta lectura con esas hermosas palabras: “Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra.

El será nuestra Paz”.

Habla de la universalidad de su presencia. Concluye con algo tan necesario en todos los tiempos, quizá hoy más que nunca: “Él será nuestra paz”

Como conclusión podemos preguntarnos: ¿Qué espero de Dios? ¿Cómo mantengo la esperanza en Él?

El nacimiento de María

Esta tarde me acaban de comunicar el nacimiento de una niña, Lorea. No es parte directa de mi familia, pero ha sido una noticia que nos ha llenado a todos de alegría. Una niña que viene a enriquecer, con sola su presencia, a este mundo tan necesitado de esperanza.

Es lo que conmemoramos hoy: el nacimiento de una niña judía, María, que fue elegida por Dios para ser la Madre de Jesús.

Algunas personas se sorprenden de lo poco que nos cuentan los evangelios de María. Todos desearíamos saber más de ella, conocer más detalles de cómo fue su vida, cómo vivió la presencia de Jesús. Muchas de las historias que se cuentan de ella, tienen su origen en evangelios apócrifos, no aprobados por la Iglesia como revelados. Lo que nos manifiestan los evangelios canónicos, nos muestran de María que es una presencia discreta. Esa cierta penumbra de su presencia, está justificada porque los evangelistas tienen como objetivo anunciar a Jesucristo, manifestar su condición de Hijo de Dios y los signos que muestran esa condición.

Lo poco que nos cuentan los evangelios es suficiente para ver determinadas actitudes que nos hablan de sensibilidad: las bodas de Caná, la visita a su prima, embarazada de seis meses. El guardar en su corazón lo que escuchaba a su Hijo, guardándolo todo en su interior, seguramente para ir descubriendo la grandeza de quien las había pronunciado y ver la realidad por los ojos de Aquel. Una mujer que sufrió al escuchar las cosas que se decían de Él. Había muchos que alababan a Jesús por el mensaje tan humano que transmitía de Dios, pero también percibía cómo los importantes del pueblo lo despreciaban y lo acechaban a ver si podían sorprenderlo en algún fallo y poder tener motivos para acusarlo ante las autoridades. Todos sabemos que, aparentemente triunfaron en su intento. Solo aparentemente. Jesús sigue vivo.

El nacimiento de María fue anuncio de que la salvación estaba cerca. Con ella se cumplían lo que de antiguo había sido anunciado por los profetas. El texto de hoy nos habla del nacimiento de Jesús, pero de trasfondo nos habla de José y María. Personas confiadas en Dios que aceptan, con sorpresa, este hecho único en la historia: recibir en el seno de su familia el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios. Tan humano como el de cualquier niño y tan trascendente y sobrenatural, como es el nacimiento del Mesías prometido.

Hoy la Iglesia, como una gran familia, se congrega para celebrar, festejar y agasajar a María. Un día propicio para dar gracias a Dios por el nacimiento de la Madre de su Hijo y, por ello, Madre nuestra.

Hoy podemos reflexionar que, lo mismo que acompañó a Jesús en su paso por la tierra, sigue acompañándonos a los seguidores de su Hijo porque es Madre de todos.

Buen día para honrar a María, homenajearla como homenajeamos a nuestra madre cuando conmemoramos su cumpleaños. Buen día para cuestionarnos qué significa María en nuestra vida. Hasta qué punto la sentimos Madre y nos sentimos acompañados siempre de su presencia.

María tiene hoy un protagonismo especial. Démoselo recordando el día en que ella vino al mundo y fue escogida por Dios para ocupar un lugar especial en la historia de la salvación.

 

Fray Salustiano Mateos Gómara O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)

Liturgia: Natividad de la Virgen María


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