Lectura
del santo evangelio según san mateo 18, 1-4
En aquel momento, se acercaron
los discípulos a Jesús y le preguntaron:
- ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
- Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
- ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
- Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
Reflexión
del Evangelio de hoy
El que se
gloríe, gloríese en el Señor
Nos habla
la carta del Apóstol San Pablo de la gloria que debemos de buscar los creyentes
o de aquello que debe ser para nosotros motivo de honra, y nos lo deja bien
claro. Es Cristo, nuestro Señor, el motivo de nuestra gloria. Su vida, muerte y
resurrección, su venida al mundo es el regocijo mayor que puede tener el
cristiano y la humanidad abocada toda ella a ser recopilada y llevada al trono
de Dios Creador.
Con la
fiesta litúrgica de la gran Teresita del Niño Jesús, se pone todo esto de
manifiesto. Mujer que vivió sola para Dios, sin dejar un momento de mirar al
mundo, el dolor y las alegrías de hombres y mujeres, sintiéndolos como hermanos
amados igual que su pequeño ser por Dios.
Debemos
de tener en nuestro compromiso cristiano un gran ardor apostólico, un deseo
ardiente de que todos conozcan, se enamoren de Jesucristo y su proyecto del
reino. El celo por la salvación de las almas es propio de todos los santos, que
cada uno realizando su vocación en plenitud han tenido en su vida el único
deseo de atraer a los hermanos hacia Dios, de testimoniar al Dios por ellos
experimentado y amado. Así lo hizo Teresita del niño Jesús, que desde el
claustro de su monasterio con su oración silente y desde su entrega diaria hizo
posible este misterio que la oración y el deseo de Dios hacen posible. Dejemos
arder también nosotros en nuestro interior este celo por Dios y por la
humanidad. Que esta sea nuestra gloria como fue la de San Pablo, la de Santa
Teresita de Jesús y la de tantos hombres y mujeres a lo largo de la historia.
Deseo apostólico, deseo misionero.
Cuidado
con despreciar a uno de estos pequeños…
Los
discípulos siempre tan preocupados por quién es el más importante, quien tiene
más poder, quién es más de cualquier modo. A veces al leer algunos pasajes
evangélicos, nos puede dar que pensar que era lo que les importaba realmente al
seguir a Jesús; ¿el reino de cielos por Jesús predicado e inaugurado, o el
ansia de poder?
Nos puede
chocar está actitud pero no extrañar, ya que es el poder, la fama, el ser
importante, lo que junto con el dinero ha movido y mueve el corazón del hombre.
Debemos de estar continuamente mirando en profundidad las motivaciones que nos
llevan a hacer esto o aquello, ya que es tremendamente fácil y tremendamente
sutil caer en querer ser dioses de forma velada, pero real.
Jesús
pone de ejemplo a un niño, y nos pone en guardia ante el deseo de ser
importante o más que otros. El evangelio de hoy también pone el acento en un
tema que nuestro santo Padre Francisco acude una y otra vez, y es el de
despreciar, o en el lenguaje del Papa, “el descarte”. Dice el texto
"cuidado con despreciar..."
Despreciar,
excluir, no tomar en cuenta, ignorar; son actitudes muy poco evangélicas, y que
por lo tanto, deben de estar lejos del corazón del creyente y del seguidor de
Cristo.
Debemos
de estar atentos a los sentimientos y actitudes que se hacen hueco en nosotros,
debemos de evangelizar nuestros sentidos, los latidos de nuestro corazón, para
que vayan conformándose con el pasar de la vida a los latidos y a los
sentimientos del Cristo-Jesús. El hombre-Dios que vino a salvar a todos los
hombres, el que nos enseñó con palabras y obras que todos los hombres caben en
el corazón del Padre Dios.
Que el
ser como niños para nosotros entrañe el deseo de confiar en Dios y de acoger
sin mirar al extraño (el domingo pasado se celebrado en España la jornada por
el migrante) ya que nosotros mismos somos extranjeros en este mundo y nuestro
corazón tan solo encontrará consuelo y nuestras vidas sentido si hacemos más
humana la humanidad, más divinas nuestras vidas, o lo que es lo mismo; más de
Dios nuestro corazón, a ejemplo y con la intercesión de Santa Teresita del Niño
Jesús.
Monasterio
Sta. María la Real - MM. Dominicas
Bormujos (Sevilla)
Bormujos (Sevilla)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/1-10-2019/
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