La madera
Ha sido a lo largo de la Historia del Arte, juntamente con la tela, uno de los soportes más utilizados y la encontramos ya en Egipto. En Grecia la pintura en paneles portátiles fue practicada muy pronto, igual que en Roma. Aunque no queda nada que permita reconstruir la técnica de la pintura en madera de este período, salvo escudos de pino para desfiles que datan del año 256.
A partir del siglo XII, en Europa se utilizó frecuentemente la madera como soporte. Cada panel estaba compuesto de un número variable de planchas dispuestas una al lado de otra y unidas entre sí. Las piezas grandes eran reforzadas por detrás con un ensamblaje.
Hasta el siglo XVI, los pintores se sirvieron casi exclusivamente de maderas locales, lo que ha permitido determinar una constante para cada escuela de pintura. En el norte predominaba el roble (Francia, Holanda, Flandes); el álamo caracteriza sobre todo a los italianos y el tilo a las escuelas del Rin. El nogal era utilizado al sur del Loira, el castaño en Portugal y el abeto en Inglaterra.
A partir del siglo XVI, la madera, relegada en beneficio de la tela, es utilizada por algunos artistas flamencos y holandeses. Y en el siglo XX ha conocido cierto resurgimiento.
Desde los primeros tiempos se asociaron a la madera otros materiales, como el cuero, la tela o el papel, que eran encolados a las tablas y sobre los que se aplicaba la pintura.
Tradicionalmente se ha utilizado la pintura sobre madera en retablos, frontales, altares…