A los participantes en el II Fórum Internacional
(ZENIT – 7 mayo 2018).- El Santo
Padre llama a todos los cristianos a desarrollar “todos juntos” una mayor
colaboración para que se supere todo tipo de desigualdad todo tipo de
discriminación, que “son precisamente las que hacen posible que un hombre pueda
hacer esclavo a otro hombre”.
El Papa Francisco ha enviado un video mensaje a los
participantes en el II Fórum Internacional sobre la esclavitud moderna que
tiene lugar en Buenos Aires (Argentina) del 5 al 8 de mayo, y cuyo tema es
“Viejos problemas en el nuevo mundo”.
El Santo Padre propone dos principales tareas en este ámbito: La primera
es “poner en acción una estrategia que permita un conocimiento mayor del tema”
y la segunda apunta a “actuar en favor de quienes son convertidos en esclavos”.
En este sentido, el Papa se refiere a “defender sus derechos, impedir
que los corruptos y los criminales escapen de la justicia y tengan la última
palabra sobre las personas explotadas”.
Se trata de un foro organizado por la Arquidiócesis ortodoxa de Buenos
Aires, guiada por el querido Metropolita Tarasios, y por el Instituto Ortodoxo
Patriarca Atenágoras de Berkeley en California y cuenta con el patrocinio del
Patriarcado ecuménico.
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A continuación, publicamos el texto del video mensaje que el Santo Padre
Francisco, publicado por la Oficina de Prensa del Vaticano:
Vídeo mensaje del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas:
Acogí con agrado la invitación para dirigirles un saludo a ustedes, que
están participando en este Fórum sobre las formas modernas de esclavitud:
«Viejos problemas en el nuevo mundo», organizado, por la Arquidiócesis ortodoxa
de Buenos Aires, guiada por el querido Metropolita Tarasios, y por el Instituto
Ortodoxo Patriarca Atenágoras de Berkeley en California y cuenta con el
patrocinio del Patriarcado ecuménico. Antes de nada, manifiesto mi más sentido
agradecimiento al Patriarca ecuménico, Su Santidad Bartolomé I, y al Arzobispo
de Canterbury, Su Gracia Justin Welby, que el año pasado inauguraron estos
Fórum. Me consuela saber que compartimos la misma preocupación por las víctimas
de la esclavitud moderna.
La esclavitud no es algo de otros tiempos. Es una práctica que tiene
raíces hondas y se manifiesta todavía hoy y en muchas formas diversas: tráfico
de seres humanos, explotación del trabajo a través de deudas, explotación de
niños, explotación sexual y de trabajos domésticos forzados son algunas de las
tantas formas. Cada una es más grave y deshumana que las otras. A pesar de la
falta de información que tenemos a disposición desde algunas regiones del
mundo, las cifras son dramáticamente elevadas y, muy probablemente,
subestimadas. Según algunas estadísticas recientes, habría más de 40 millones
de personas, hombres, pero sobre todo mujeres y niños, que sufren la
esclavitud. Solo para hacernos una idea podemos pensar que si vivieran en una
única ciudad, sería la más grande megalópolis de nuestro planeta y tendría, más
o menos, cuatro veces más la población de toda el área urbana de Buenos Aires y
gran Buenos Aires.
Ante esta realidad trágica, nadie puede lavarse las manos si no quiere
ser, en cualquier modo, cómplice de este crimen contra la humanidad. Una
primera tarea que se impone es poner en acción una estrategia que permita un
conocimiento mayor del tema, rompiendo ese velo de indiferencia que parece
cubrir la suerte de esta porción de la humanidad que sufre, que está sufriendo.
Parece ser que muchos no desean comprender el alcance del problema. Hay algunos
que, al estar involucrados directamente en organizaciones criminales, no
quieren que se hable de esto, simplemente porque sacan elevados beneficios
gracias a las nuevas formas de esclavitud. También está quien, aun conociendo
el problema, no quiere hablar porque se encuentra allí donde termina la “cadena
de consumo”, como consumidor de los “servicios” que ofrecen hombres, mujeres y
niños convertidos en esclavos. No podemos hacernos los distraídos: todos
estamos llamados a salir de cualquier forma de hipocresía, afrontando la
realidad de que somos parte del problema. El problema no está en la vereda de
enfrente: me involucra. No nos está permitido mirar hacia otra parte y declarar
nuestra ignorancia o nuestra inocencia.
Una segunda gran tarea es la de actuar en favor de quienes son convertidos
en esclavos: defender sus derechos, impedir que los corruptos y los criminales
escapen de la justicia y tengan la última palabra sobre las personas
explotadas. No es suficiente que algunos estados y organismos internacionales
adopten una política particularmente dura al querer castigar la explotación de
los seres humanos, si después no se afrontan las causas, las raíces más
profundas del problema. Cuando los países sufren pobreza extrema, sufren
violencia y corrupción, ni la economía, ni el marco legislativo ni las
infraestructuras de base son eficaces; no logran garantizar la seguridad ni los
bienes ni los derechos esenciales. De este modo, es más fácil que los autores
de estos crímenes sigan actuando con total impunidad. Además, hay un dato
sociológico: la criminalidad organizada y el tráfico ilegal de seres humanos
eligen sus víctimas entre las personas que hoy tienen escasos medios de
subsistencia y todavía menos esperanzas para el futuro. Para ser más claro:
entre los más pobres, entre los más postergados, los más descartados. La
respuesta de base reside en crear oportunidades para un desarrollo humano
integral, iniciando con una educación de calidad: este es el punto clave,
educación de calidad desde la primera infancia, para seguir generando después
nuevas oportunidades de crecimiento a través del empleo. Educación y empleo.
Este trabajo inmenso, que requiere valentía, paciencia y perseverancia,
necesita un esfuerzo común y global por parte de los diversos actores que
componen la sociedad. También las Iglesias deben empeñar su tarea en esto.
Mientras individuos y grupos especulan vergonzosamente sobre la esclavitud,
nosotros cristianos, todos juntos, estamos llamados a desarrollar cada vez más
una mayor colaboración, para que se supere todo tipo de desigualdad todo tipo
de discriminación, que son precisamente las que hacen posible que un hombre
pueda hacer esclavo a otro hombre. Un compromiso común para afrontar este
desafío será una ayuda valiosa para la construcción de una sociedad renovada y
orientada a la libertad, a la justicia y a la paz.
Deseo que este Fórum tenga buen éxito; pido al Señor que los bendiga a
ustedes y bendiga el trabajo que están haciendo. Y, por favor, no se olviden de
rezar por mí. Gracias.
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