Lectura del santo evangelio según san Juan
21, 15-19
Habiéndose
aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón
Pedro: - «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: - «Sí,
Señor, tú, sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta mis corderos.» Por
segunda vez le pregunta: - «Simón, hijo de Juan, ¿me arnas?» Él le contesta: -
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Él le dice: - «Pastorea mis ovejas.» Por
tercera vez le pregunta:
- «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció
Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: -
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta
mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde
querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te
llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar
gloria a Dios. Dicho esto, añadió: - «Sígueme.»
Reflexión del Evangelio de hoy
Un difunto
llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo
El
desenfado y viveza con los que la primera comunidad crece y se difunde no deja
de suscitar todo tipo de reacción, inclusive de oposición y persecución. En lo
que nos relata el texto, parece que las autoridades romanas evalúan con tono
burocrático que las acusaciones que pesan sobre el encarcelado Pablo no dejan
de ser cosas de judíos, diferencia de pareceres entre unos y otros, con la
salvedad que el preso Pablo afirma que el judío Jesús que fue crucificado vive
entre los suyos. La no culpabilidad del apóstol y los suyos ante las leyes
romanas queda destacada, por lo que entienden que su caso, y más si previamente
se apeló a Roma, no les concierne. Con este fondo narrativo, casi amable, de
dos maneras de ver el itinerario cristiano, la crispada de los judíos que en su
momento condenaron a Jesús y la de las autoridades romanas que ven la inocencia
del acusado que solo incurre en cosas de su religión, se desarrolla la
predicación sobre Jesús de Nazaret que vive para los suyos. Éste fue, y sigue
siendo, una bandera discutida; escándalo para los judíos, locura para los
paganos, pero para los que en él creemos fuerza y sabiduría de Dios.
Señor,
tú sabes que te quiero
¿Reparación
de la triple negación esta también triple confesión de amor y fidelidad al
Señor por parte de Pedro? ¿Superación de un supuesto conflicto de primacía y
autoridad sostenido por los discípulos de Pedro y de Juan en las primeras
comunidades? Puede que así sea; pero, sea como fuere, es destacable la manera
de resaltar el seguimiento del Señor que confiesa Pedro. Con todas sus muchas
contradicciones, puestas de relieve en los relatos evangélicos, es admirable el
test de madurez y fidelidad que supera Pedro para ser el sucesor del Maestro al
cuidado del grupo apostólico. Está claro, y pertenece al ADN del Pueblo de
Dios, que todo el que quiera ser alguien en esta prodigiosa aventura de
predicar la resurrección por todos los rincones de la tierra debe serlo en la
clave del amor y de la fidelidad al Señor Jesús; al igual que Pedro es el
primero, y lo es en la única clave válida de la comunidad, en la del amor
servicial, así todos aquellos que la integran. La Iglesia del Señor Jesús no es
el ámbito en el que caben medros y ambiciones, no; por el contrario, es el
lugar idóneo para vivir y morir sirviendo, e incluso como el Maestro, dándolo
todo por amor a su nombre.
¿Tiene
presente la comunidad que los únicos títulos válidos en el Pueblo de Dios son
los que solo se deben al amor servicial?
Fr. Jesús Duque
O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/18-5-2018/
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