Lectura del santo evangelio según san Mateo
5,13-16
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra.
Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para
tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se
puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una
lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y
que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
Reflexión del Evangelio de hoy
La
orza de la harina no se vaciará
La
ciudad de Sarepta estaba en el territorio de Sidón y por tanto fuera de la
jurisdicción del Dios de Israel, pero el relato muestra que el poder del Señor
se extiende también en tierra extranjera, donde protege a los suyos dándoles un
alimento milagroso comparable al maná del éxodo.
Porque
Dios no guarda relación con las fronteras geográficas, culturales y políticas
que los hombres establecen en sus estados. Al contrario, Dios se manifiesta
allí quien espera en él. Elías y la viuda de Sarepta reconocen a ese Dios de
Israel como aquel a quien alimenta en situaciones de escasez.
Y es
que cuando hay escasez extrema, nuestras esperanzas merman. Nada se pierde si
se comparte todo lo que se tiene. Es lo que propone Elías a la viuda, y lo que
la viuda comprende cuando hace un pan para el profeta. Para compartir hemos de
confiar de que la orza de harina no se vaciará. Dios nos dará lo que
necesitamos.
Vosotros
sois la luz del mundo
En el
Evangelio de Mateo se expresa el programa del Reino de Dios con las
bienaventuranzas, que mientras en Lucas 6, 22-26 se refieren a estados de
carencia real, las bienaventuranzas en Mateo expresan virtudes morales
positivas, cuya posesión garantiza la consecución del reino. Inmediatamente
después se inserta el Evangelio de Hoy, de los discípulos la sal y la luz.
Un
programa el de las bienaventuranzas tan exigente y liberador necesita de
personas que lo encarnen, que le den cuerpo, personas que salgan a la luz y no
se escondan. Las cosas de Dios no pueden ocultarse. El amor de Dios no puede
ocultarse. El amor de Dios ha de mostrarse, es su esencia, ha de salir fuera.
Pero, necesita de los discípulos, aquellos que conocen y le es revelado el
programa liberador del Reino, los que han de ser sal y luz en medio del pueblo.
No
cabe medias tintas para trabajar por el reino de los cielos: trabajar por los
pobres y ponerse en su piel, dar consuelo a los que lloran, dar de comer al
hambriento, practicar la misericordia, el trabajar por la paz serán actitudes
que identificarán a quien vive de la luz de Dios. Eso es ser sal y luz. Nuestra
vida ha de ser como la sal, que da sabor al mundo, y como la luz, que alumbra a
otros el camino de la vida.
Fr. Alexis González
de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/12-6-2018/
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