San Juan Pablo II celebrando la Santa Misa |
Hoy, el mundo occidental —particularmente Europa— merecería
quizá la misma lamentación de Cristo ante las poblaciones de Corazín, Betsaida…
Son sociedades que, habiendo conocido las obras de Jesucristo, ahora no le
reconocen e, incluso, han llegado a perder el sentido y el respeto por lo
sagrado.
Es fundamental para la convivencia de las culturas el
respeto a lo que para los otros es sagrado (actitud que es lícito suponer
también en quien no cree en Dios). Cuando se viola este respeto, se pierde algo
esencial de una sociedad. En Occidente se multa a quien deshonra la fe de
Israel o al Corán. En cambio, cuando se trata de Jesucristo y de lo que es
sagrado para los cristianos, entonces la libertad de opinión aparece como el
bien supremo (aun a costa de burlas contra lo cristiano).
—Señor, Autor de la paz, concede a nuestra sociedad el
vivir una libertad (de opinión) siempre respetuosa con el honor y la dignidad
del otro.
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