domingo, 4 de noviembre de 2012

El primer mandamiento (amar a Dios) y el segundo (amor al prójimo) forman un único precepto



Hoy, mientras un escriba pregunta por el "primer" mandamiento, Jesús habla de dos mandamientos, que en realidad forman un solo precepto. Aparece, así, la imprescindible interacción entre amor a Dios y amor al prójimo. En todo caso, ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero.

Sin el contacto con Dios, veremos en el prójimo solamente al "otro", sin conseguir reconocer en él la imagen divina. Por el contrario, si se omite del todo la atención al otro, queriendo ser sólo "piadoso", se marchita también la relación con Dios: será únicamente una relación "correcta", pero sin amor. Sólo mi disponibilidad para ayudar al prójimo, para manifestarle amor, me hace sensible también ante Dios. Sólo el servicio al prójimo abre mis ojos a lo que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama.

—Los santos han adquirido su capacidad de amar al prójimo de manera siempre renovada gracias a su encuentro con el Señor y, viceversa: ¡el amor crece a través del Amor!

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