Lectura del santo Evangelio según San Juan
10, 11-18
En
aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: –Yo soy el buen Pastor. El buen pastor
da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las
ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y
las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo
soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el
Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre.
Pautas para la homilía
La
gran fiesta de la Pascua tiene sus cuarenta días (Cuaresma) de preparación
mediante la penitencia, la limosna y la oración para poder llegar a este tiempo
de gracia y de vida nueva que son los cincuenta días (Cincuentena) pascuales.
Tiempo fuerte en el que la Iglesia nos invita a que maduremos en nuestra fe,
valoremos nuestro bautismo, sintamos más íntimamente nuestra pertenencia a la
Comunidad, y nos comprometamos con la gran misión que tenemos de
implantar el Reino de Dios en el momento que nos toca vivir.
Piedra
Angular
El
fragmento que se lee como primera lectura en la Palabra de Dios de este domingo
hace una referencia explícita al salmo118,22: “la piedra que desecharon los
arquitectos se ha convertido en piedra angular” Los arquitectos, los dirigentes
judíos, son los que rechazaron a Jesús y Él es que da autoridad a Pedro y a los
apóstoles para testimoniar que en su nombre hacen las curaciones. Jesús se ha
convertido el signo de salvación para todos los que creen en El. El resucitado
cumple con su promesa: “Estoy con vosotros…” Por eso Juan en su carta
afirma con toda rotundidad de que “ahora somos hijos de Dios y aún no se ha
manifestado lo que seremos.”
Yo
soy el Buen Pastor
Ya en
los primeras representaciones artísticas de los cristianos perseguidos del
siglo I, ocultas en las catacumbas, aparece Cristo como un pastor con una oveja
al hombre: el buen pastor. Jesús mismo se nos autodefine con esta expresión del
“buen pastor” frente a los sacerdotes del Templo y de los rabinos o escribas
que lideraban al pueblo de Israel. Por eso Jesús nos habla no de cumplimientos,
sino de amor, de descubrir a un Dios misericordioso que está al lado del que se
deja llevar por el amor y se acerca a los más humildes y necesitados.
Esta
imagen de “pastor”, tal vez en nuestro mundo industrializado y tecnificado,
puede que ya no tenga mucho significado y nos sea difícil de entender. El
evangelio nos añade una serie de características del “buen Pastor” que sí nos
ayuda a entender el significado pascual de esta expresión. Es el Buen Pastor que
da la vida, que nos conoce como el Padre le conoce a Él, que también da la vida
por otras ovejas que no son de este redil.
Dar
la vida
Con
la expresión de vida entregada, Jesús, hace su auto-retrato, expresa la
ternura del Buen Pastor. Esta vida “recuperada” nos invita a hacer una
reflexión para nuestra vida si queremos vivir como “resucitados” ¿Cómo
entregamos nosotros la vida? ¿Nos desvivimos por los demás? Hoy que se nos
invita a ser una Comunidad, una Iglesia “en salida” ¿cómo lo hacemos?. La
presencia del Resucitado se nos manifiesta siempre como el crucificado y
aparece en todos los llagados de este mundo. Los seguidores de Jesús tenemos
que saber descubrir esta presencia del Buen Pastor, que da la vida, en tantos
“descartado” como tenemos a nuestro alrededor: ancianos solos, los sin techo
que hay por nuestras calles,, los niños hambrientos, las víctimas de la guerra,
las mujeres maltratadas, las personas sin empleo… Los “asalariados” son los que
no quieren ver estas situaciones. “Buenos Pastores” somos todos los bautizados
y a ello nos obliga nuestro Bautismo, que es nuestra primera llamada, vocación,
para seguir a Jesús que nos llama a cada uno por nuestro nombre, como hizo en
otro tiempo, según nos relatan los Evangelios.
Nos
conoce como el Padre le conoce El
¿Conocemos
de verdad a Jesús? Con frecuencia tenemos un conocimiento superficial de fórmulas
hechas, pero ignoramos quien es de verdad Jesús. De un amigo tenemos
conocimiento, sabemos qué le gusta, cómo es, cuáles son sus ilusiones, incluso
cuáles son sus defectos… y de Jesús ¿qué conocimiento tenemos? ¿Qué significa
en tu vida? ¿Nos ponemos en la piel de Jesús y nos preguntamos qué haría en mi
lugar? Seguro que Jesús derrocharía amor y ternura al encontrarse con los
llagados de nuestra sociedad. Nosotros ¿por qué no hacemos lo mismo? Respeto,
comodidad, “pasar de largo”, no complicarnos la vida… En este tiempo de Pascua
se nos interpela para que descubramos el sentido de estar bautizados. Si
descubrimos de modo experimental” el amor de Dios derramado en nuestro
corazones por el Espíritu que se nos ha dado”, toda nuestra vida de cristianos
cambiaría y descubriríamos la gran misión a la que somos llamados: todo
bautizado tiene que ser “buen Pastor”
También
da la vida por otros que nos son “de los nuestros”
Es
una de las grandes características del “Buen Pastor”. En nuestra cultura
actual, marcada muy profundamente por “el descarte” ya nos entra cierto rechazo
al oír la expresión “no son de los nuestros”. Nos molesta que haya “ovejas que
no son de nuestro redil”, que haya cristianos que tienen opciones distintas,
que haya personas que no piensen como nosotros. “Lo distinto… no nos sirve”.
Sería importante que los cristianos nos preguntáramos en este Tiempo de Pascua:
¿Cristo ha muerto sólo por mi o por todos? ¿En qué queda sino el sentido
universal de la Redención? ¿Por qué no derribamos tantos muros que hemos
construidos los hombres, pero que Dios no los quiere?
Los
cristianos hemos de quitarnos ya el “miedo de encerrados” como si fuéramos
vendedores de sueños de ilusión. Somos personas que tenemos que “hacer
sentir la paz de futuro, el perdón que nos reconcilia con Dios y
con nosotros mismos, la alegría de la esperanza…”
Es
tradicional hoy rezar por las vocaciones sacerdotales. En una “iglesia en
salida” hemos de replantear el sentido de la vocación para una misión. Los
seglares también son “vocacionados” y tienen su responsabilidad en el pastoreo
de la comunidad cristiana. Hemos de tener muy claro que el Evangelio de hoy
Jesús nos habla que El es el Buen Pastor y del Pueblo de Dios en el que todos
somos responsables, aunque de distinta manera. Recemos por lo tanto por las
vocaciones, la laical, la religiosa, la clerical.
Fr. Manuel
Gutiérrez Bandera
Virgen del Camino (León)
https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/22-4-2018/pautas/Virgen del Camino (León)
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