Hoy Jesucristo, denunciando la "levadura" (=
malicia) de Herodes, desenmascara una de las facetas de la tentación
pecaminosa: la apariencia de realismo. Al tomar decisiones es cuando emerge la
pregunta: ¿qué es lo que cuenta verdaderamente en mi vida? Ahí aparece el
núcleo de toda tentación: apartar a Dios, que, ante todo lo que parece más
urgente en nuestra vida, pasa a ser algo secundario, o incluso superfluo y
molesto.
Reconocer como verdaderas sólo las realidades políticas y
materiales, y dejar a Dios de lado como algo ilusorio, ésta es la tentación que
nos amenaza de muchas maneras. Lo real es lo que se constata: "poder"
y "pan". Ante ello las cosas de Dios aparecen irreales (un mundo
secundario que realmente no se necesita). La cuestión es Dios: ¿es verdad o no
que Él es la realidad misma? ¿Es Él mismo el Bueno, o debemos inventar nosotros
mismos lo que es bueno?
—La cuestión de Dios es el interrogante fundamental que me
pone ante la encrucijada de mi existencia.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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