Conferencia de Prensa CEP
Pronunciamiento de los Obispos del Perú
"Carta al pueblo de Dios" en esta dura y crítica etapa que vive el
país frente al COVID19, al finalizar la 116° Asamblea Plenaria de la
Conferencia Episcopal Peruana.
CARTA AL PUEBLO DE DIOS
"El Señor dijo: «He visto la aflicción de mi pueblo en
Egipto, y he escuchado sus gritos … Yo conozco sus sufrimientos … He bajado
para librarlo …" (Ex 3,7-8).
La Palabra de Dios, arriba citada, resuena hoy con especial
acento. Los Obispos del Perú, como Pastores de este pueblo, somos conscientes
de que en el momento actual estamos efectivamente “afligidos”, por un enemigo
invisible, un virus mortal, cuyas consecuencias están causando un nivel de
sufrimiento quizás nunca antes visto en el país y en el mundo entero; y todos
elevamos un “grito”, un clamor al cielo, porque hoy más que nunca necesitamos
la compasión y la ayuda de Dios. Por eso, queremos acercarnos a nuestros
amados fieles y a las personas de buena voluntad para reflexionar desde nuestra
fe sobre tres temas: el sufrimiento actual, la necesidad de conversión y una
palabra de agradecimiento y esperanza.
El Sufrimiento. El dolor, la angustia y la desesperación
reflejados en tantos rostros durante este tiempo, no son ajenos al corazón de
la Iglesia (cfr. GS. 1). Desde las limitaciones impuestas, hemos tratado en
todo momento de estar cerca de ustedes, brindando la ayuda posible, tanto
espiritual como material. Sin embargo, oprime nuestro corazón el no poder
acompañar a tantos enfermos en su lecho de enfermedad y a la hora de la muerte.
El no poder acompañar a tantas familias que, habiendo perdido a los suyos, no
han podido llorarlos adecuadamente, como es la costumbre cristiana. Desde la
fe, les proclamamos que la muerte no tiene la última palabra; que Cristo, con
su resurrección, ha ganado para nosotros la vida que no tiene fin.
Los Obispos sentimos también la limitación de tener que suspender
las celebraciones públicas de los sacramentos. Sin embargo, desde la oración
diaria de tantos sacerdotes, religiosas y laicos, desde las súplicas dirigidas
al cielo desde la madrugada en los conventos, desde las Misas transmitidas por
los medios de comunicación y las redes sociales, los acompañamos cada día.
Nos reconfortan las palabras del Papa Francisco en su homilía en
Huanchaco - Trujillo: Jesús “conoce el dolor y las pruebas; Él atravesó todos
los dolores para poder acompañarnos en los nuestros… No tenemos un Dios ajeno a
lo que sentimos y sufrimos, al contrario, en medio del dolor nos entrega su
mano.”
La Conversión. El momento presente es propicio también para
recapacitar sobre nuestra relación con el Señor. Es ocasión para volver a la
casa paterna y reecontrarnos con el Padre que nos pone el mejor vestido y hace
fiesta (cfr. Lc 15,11-32). La Sagrada Escritura nos ilumina una vez más. ¿Qué
hizo el profeta Daniel ante la ruina inminente de Jerusalén?: Se dirigió al
Señor, “con oraciones y súplicas, con ayuno, saco y ceniza”, confesó los
pecados cometidos y suplicó a Dios que mire la desolación de su pueblo (cfr. Dn
9,5).
Que, a la luz del Espíritu Santo y con la ayuda de María, nuestra
Madre, vivamos este momento de prueba como un momento de gracia, para revisar
en qué nos hemos alejado del amor de Dios, del “primer amor” (cfr. Ap 2, 4-5).
Esta invitación va dirigida al pueblo fiel, pero de manera especial a quienes
ejercen autoridad y dirigen el destino de nuestro país. Han de recordar que
“toda autoridad viene de arriba” (Cfr. Jn 19,11), es decir, de Dios, a quien
darán cuenta el día de su juicio personal.
Lamentablemente, hay tantos casos de corrupción, hay quienes
anteponen al bien común del pueblo que se les ha confiado, el beneficio
personal, haciendo de la crisis la ocasión propicia para delinquir y oprimir al
pueblo de Dios y olvidan que esta vida es pasajera y que, al final, seremos
juzgados por nuestras obras (Cfr. Mt 25).
A ellos les exhortamos, les exigimos, que tienen que cambiar, que
deben convertirse para trabajar por los peruanos más pobres y sufrientes. El
bien común es la piedra angular de una política con ética, una política de
servicio. El verdadero poder es el servicio. Así como la fuerza de la Iglesia
está en la fe en Dios y en el servicio al pueblo, así también los políticos
deben comprender que su fuerza está en el servir a la población; deben
comprender que no están para decirle al pueblo qué tiene que hacer, sino al
revés: conocer sus necesidades y hacer lo que éste demanda.
Agradecimiento y esperanza. El Papa Francisco reflexionando sobre
el sufrimiento de nuestro pueblo a causa del Fenómeno del Niño Costero de 2017,
dijo: “El alma de una comunidad se mide en cómo logra unirse para enfrentar los
momentos difíciles, de adversidad, para mantener viva la esperanza.” Y, también
nos dejó un reto: “Los peruanos no tienen derecho a dejarse robar la
esperanza”. En medio de este contexto de sufrimiento han surgido héroes de
carne y hueso, hombres y mujeres de nuestra tierra y de nuestra sangre,
corazones con los colores de nuestra bandera, que han respondido con decisión,
decencia, coraje, amor y generosidad, y no pocos han sacrificado sus vidas para
salvar la de otros.
Como peruanos nos llenamos de orgullo ver la respuesta generosa de
tantas personas para ayudar en esta situación. Las donaciones de alimentos, la
organización de comedores populares, las donaciones para las plantas de
oxígeno, la atención a los enfermos en los hospitales, el servicio brindado por
los médicos, enfermeras, personal sanitario y las fuerzas de orden; a todos
ellos, a esta “nube de testigos” (Hb 12,1), a “los santos de la puerta de al
lado”, como gusta llamarlos el Papa Francisco, queremos rendirles homenaje y
levantamos nuestras voces para decirles: ¡GRACIAS, HERMANOS!.
Estas acciones de caridad nos identifican como verdaderos
discípulos de Jesús. Con ello evidenciamos nuestro amor a Dios y al prójimo. En
este contexto, nos ilumina la profunda reflexión de Mons. Pedro Casaldáliga:
“Al final del camino me dirán: ¿has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres”.
Tenemos confianza que por el mensaje de amor que brota del
Crucificado vamos a salir de esta situación, porque nuestra esperanza tiene una
roca sólida: Cristo. Como devotos del Señor de los Milagros elevamos nuestro
canto: “Con paso firme de buen cristiano, hagamos grande nuestro Perú, y unidos
todos como una fuerza te suplicamos nos des tu luz”.
Iluminados por el mensaje de este hermoso himno, queremos como
Iglesia seguir aportando al país; por eso, les anunciamos el inicio del
Programa Pastoral “¡Resucita Perú, ahora!, cuyo noble objetivo es promover y
fortalecer la acción solidaria, convocando a una amplia red de la Iglesia, la
academia y la sociedad civil en interlocución con las autoridades del Estado,
para superar la pandemia.
Nos encomendamos a Santa Rosa de Lima y a San Martín de Porres,
nuestros santos peruanos, y les pedimos su intercesión para que pronto volvamos
a respirar salud, paz y serenidad en nuestros hogares y en nuestro país.
Lima, 20 de agosto de 2020
Los Obispos del Perú
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