Lectura del santo evangelio según san Mateo
13, 31-35
En
aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: -«El reino de los
cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es
la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se
hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en
sus ramas.» Les dijo otra parábola:
-«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»
-«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»
Jesús
expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada.
Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas,
anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»
Reflexión del Evangelio de hoy
El
lenguaje de los símbolos
Las
lecturas que nos regala la liturgia este lunes son especialmente gráficas, nos
permiten imaginar con facilidad lo que relatan y captar su mensaje. En la
primera lectura, el profeta Jeremías narra un signo profético: el cinturón de
lino. Es usual que los profetas no sólo expongan su mensaje mediante la
palabra, sino que utilicen también acciones simbólicas para reforzar lo
transmitido. El cinturón de lino deteriorado en el río, es como el pueblo
de Israel que se deja deteriorar adorando los ídolos y alejándose de su Dios.
Es un
Dios airado y herido en su amor al pueblo de sus entrañas que le es infiel, la
imagen que transmite el profeta. Y el tono es de desesperanza, la
destrucción es inminente. Quisiera resaltar una frase de este texto,
cuando Jeremías busca donde había escondido el cinturón y lo saca: “ya estaba
podrido y no servía para nada”. Nos cuesta mucho aceptar el carácter
definitivo de algunas situaciones y cosas en la vida. Nos descoloca lo
que ya no sirve, sea material o natural.
Las
actitudes ante la vida, las decisiones que tomamos, los valores y criterios que
elegimos para orientar nuestras relaciones, acciones y pensamientos, tienen
consecuencias y efectos en nosotros, en los demás y en el mundo. Lo mismo
ocurre a nivel familiar, social, como colectivo, grupo, nación, comunidad. Y el
profeta expresa cómo Dios muestra ira e indignación ante estas
situaciones. Dios no es un Dios impasible, sino que se conmueve, y parte
esencial de la verdadera compasión es la ira que se despierta ante la crueldad,
la injusticia y las malas decisiones. El amor sufre con el mal del amado.
Jeremías sabe leer la situación de aquel momento desde el corazón de su Dios y
lo transmite a su pueblo. También nosotros estamos llamados a leer la
realidad y leernos a nosotros mismos y escuchar qué es lo que Dios nos quiere
decir, lo que se despierta en El.
La
sabiduría en las pequeñas cosas cotidianas
El
texto evangélico de Mateo nos sumerge también con un lenguaje simbólico en la
comprensión de qué es el Reino de Dios. El mal del mundo no tiene la
última palabra, Dios ha plantado la semilla de su Reino en nosotros, en la
realidad, de una manera silenciosa y humilde pero fecunda y llena de
vida. Jesús explica con imágenes y comparaciones sencillas cómo es ese
Reino que tanta expectación creaba, y también polémica.
Dios
no desiste nunca en su empeño por hacernos comprender qué es lo que quiere de
nosotros, cuáles son los valores que nos llevarán a la vida. “Abriré mi boca
diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo”.
No es complicado su mensaje, es sencillo y claro como las pequeñas cosas de la
vida cotidiana: una semilla pequeña que germina y se convierte en árbol, el
trocito de levadura que es capaz de fermentar la masa.
Ni la
semilla ni la levadura sirven de mucho si no se siembra o se mezcla con la
harina, respectivamente. Tampoco el Reino de Dios se hará realidad si no ponemos
en juego los talentos que Dios nos ha dado. Son claros los valores con los que
Jesús nos invita a vivir para hacerlo posible: compartir, vivir la compasión,
la justicia y el amor en el uso del dinero y lo material; la dignidad humana,
relacionándonos desde la humildad, el respeto, la igualdad y fraternidad; la
solidaridad, como valor social frente a la discriminación, los prejuicios, la
superioridad, la exclusión; y el servicio, como forma de autoridad y poder
frente a la dominación y el control. Esas son las semillas que pueden
parecer demasiado pequeñas e insignificantes, pero que germinarán en un mundo
mucho más humano y fraterno donde todos puedan anidar en sus ramas. Esa es la
levadura que hará fermentar un pan nuevo que alimente un ser humano nuevo.
Hna. Águeda Mariño
Rico O.P.
Congregación de Santo Domingo
Congregación de Santo Domingo
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/30-7-2018/
No hay comentarios:
Publicar un comentario