El regreso del hijo pródigo. Autor: Rembrandt |
Hoy, viendo la fe de quienes ayudaban al paralítico, Jesús
reacciona curándole la parálisis (¡milagro!) y perdonándole los pecados (¡más
milagro!). Los escribas apenas quedan afectados por la extraordinaria
"sanación médica", pero se sorprenden —se indignan— con el acto de
"sanación moral". Nos llama la atención la reacción de estos
escribas, porque nosotros admiraríamos lo primero, pero no lo segundo.
Dicha reacción, aun siendo equivocada, es una lección. La
mentalidad creyente de aquellos judíos les permite entender que perdonar los
pecados —en cuanto ofensa a la divinidad— es algo grande, tan grande que sólo
es propio de Dios. Si Jesús perdona los pecados significa que Él mismo es Dios.
Para ayudarnos a aceptarlo Él curó también la parálisis física. Con todo, lo
más misterioso es que el hombre pueda resistirse ante Dios y que Él siga
esperándonos con tanta paciencia.
—Señor, Tú manifiestas tu omnipotencia mostrándote como
nuestro Padre misericordioso, siempre pronto a perdonar libremente —nadie
podría obligarte a hacerlo— nuestros "des-amores".
Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant
Cugat del Vallès, Barcelona, España).
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