La Cruz revela la ternura
de Dios por el hombre
Acercarnos a la Pascua es
acercarnos a Jesús, para vivir el gran misterio del amor de Dios por el hombre,
que envió a su Hijo para salvarnos. La Semana Santa, que nos prepara y nos
introduce a la Pascua, es un tiempo de reflexión para todos los que creemos en
Jesucristo, un tiempo en el cual resuena con especial fuerza las palabras de
Jesús, al inicio de su ministerio: “Conviértanse y crean” (Mc 1,15).
En su pasión Jesús nos enseñó el
valor de la cruz. El había dicho: “El que quiera ser mi discípulo que tome su
cruz y me siga” (Lc 9,23) y ahora, El va delante cargando su cruz, enseñándonos
con su propio sufrimiento que la cruz no es ignominia sino instrumento de
salvación y, por lo tanto, luz que alumbra el dolor de tantos hermanos que
sufren en el cuerpo o en el alma, dándoles esperanza y serenidad.
Desde la Cruz, árbol de vida, que
nos recuerda el árbol del Edén, donde nuestros primeros padres sucumbieron a la
tentación y desobedecieron a Dios, Jesús con su obediencia reconcilia al hombre
con Dios y le abre las puertas del paraíso. Desde la cruz nos enseña la
compasión y la misericordia que Dios tiene con nosotros, lo que se evidencia
cuando responde al ladrón arrepentido diciéndole: “Te aseguro, hoy estarás con
migo en el paraíso” (Mt 27, 46) Desde la cruz, Jesús nos demuestra el valor del
perdón cuando, a pesar de la crueldad con que es tratado por sus agresores
aboga por ellos, diciendo: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”.
(Lc 23,34 )
Estos días de Semana Santa son
también ricos en peruanidad porque rescatan del alma de nuestro pueblo
sentimientos de fe que se han tejido con sus costumbres y que han de ser más
allá de un mero atractivo, una expresión de fe; más allá de un viaje familiar
la experiencia de un peregrinaje espiritual.
Este tiempo santo, en este Año de
la fe, en que meditamos el Don que nos ha sido trasmitido por la Iglesia con
fidelidad, tiene una bendición particular por el mensaje del Papa Francisco,
que nos recuerda el camino de la humildad y la pobreza, de la misericordia y la
ternura, de la cercanía y la pertenencia a Dios.
En esta Semana Santa pedimos al
Señor por nuestras autoridades y por todo nuestro pueblo para que juntos
podamos superar las grandes preocupaciones que aún nos afligen como la pobreza,
la inseguridad ciudadana y la violencia y nos permita crear mayores espacios
para la unidad, la fraternidad y la comunión.
A todos Ustedes Hermanos y
Hermanas en el Señor, quiero desearles una ¡Feliz Pascua de Resurrección! Que
podamos cantar con júbilo: “CRISTO HA RESUCITADO”.
X Salvador Piñeiro García-Calderón
Arzobispo de Ayacucho
Presidente de la Conferencia
Episcopal Peruana
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