Foto: Agencia EFE |
En su visita a Cuba, el Papa Francisco visitó el Centro de Estudio Padre Félix Varela, para
encontrarse con los jóvenes de Cuba.
El Centro está dedicado al Siervo de Dios Félix Varela (1788-1853), considerado
como “el maestro de los maestros cubanos”.
El Papa manifestó su alegría por estar con los jóvenes en
ese centro tan significativo para la historia de Cuba. En su discurso, dijo que
al ver a los jóvenes, la primera cosa que se le viene a la mente y al corazón
es la palabra esperanza. “No puedo concebir a un joven que no se
mueva, que esté paralizado, que no tenga sueños ni ideales, que no aspire a
algo más. Pero, ¿cuál es la esperanza de un joven cubano en esta época de la
historia? Ni más ni menos que la de cualquier otro joven de cualquier parte del
mundo. Porque la esperanza nos habla de una realidad que está enraizada en lo
profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y
los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una
aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo
grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como
la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor”, dijo.
Agregó que la esperanza es la virtud del que está en
camino y se dirige a alguna parte. No es, dijo, un simple caminar por el gusto
de caminar, sino que tiene un fin, una meta, que es la que da sentido e ilumina
el sendero. Al mismo tiempo, afirmó que la esperanza se alimenta de la memoria,
abarca con su mirada no sólo el futuro sino el pasado y el presente. “Para caminar en la vida, además de saber a
dónde queremos ir es importante saber también quiénes somos y de dónde venimos.
Una persona o un pueblo que no tiene memoria y borra su pasado, corre el riesgo
de perder su identidad y arruinar su futuro”, señaló.
El Santo Padre subrayó que el camino de la vida está
iluminado por una esperanza más alta: la que nos viene de la fe en Cristo. “Él se ha
hecho nuestro compañero de viaje, y no sólo nos alienta sino que nos acompaña,
está a nuestro lado y nos tiende su mano de amigo. Él, el Hijo de Dios, ha
querido hacerse uno como nosotros, para recorrer también nuestro camino. La fe
en su presencia, su amor y su amistad, encienden e iluminan todas nuestras
esperanzas e ilusiones. Con Él, aprendemos a discernir la realidad, a vivir el
encuentro, a servir a los demás y a caminar en la solidaridad”, aseguró.
Finalmente, recordó a los jóvenes cubanos, que “si Dios mismo ha entrado en nuestra
historia y se ha hecho hombre en Jesús, si ha cargado en sus hombros con
nuestra debilidad y pecado, no tengan miedo a la esperanza, no tengan miedo al
futuro, porque Dios apuesta por ustedes, cree en ustedes, espera en ustedes”.
“Queridos amigos, gracias por este encuentro. Que la esperanza en Cristo su
amigo les guíe siempre en su vida. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.
Que el Señor los bendiga”, concluyó.
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