Hoy, Jesucristo afirma ante los judíos su pleno respeto
por la "Ley de Moisés". La declaración es oportuna, pues el Señor
causó sorpresa al no comportarse como un mero intérprete de Moisés, sino que lo
"desbordó" llevando dicha Ley a su más alta perfección, incluso
poniéndose por encima de ella como su misma "Fuente".
Del Mesías se esperaba que trajera una "nueva
Torá". La novedad mesiánica comportó la universalización del pueblo de
Dios, gracias a la cual Israel puede abarcar ahora a todos los pueblos del
mundo, y el Dios de Israel —el único Dios— ha sido llevado a todas las naciones
(tal como estaba prometido). Ya no es decisiva la "carne" (la
descendencia física de Abraham), sino el "espíritu": el participar en
la herencia de fe y de vida de Israel mediante la comunión con Jesucristo, el
cual "espiritualiza" la Ley convirtiéndola así en camino de vida
abierto a todos.
—A través de su Evangelio, Jesús habla de modo nuevo y de
continuo a Israel… ¡y a todos!
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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