Hoy consideramos el 2º Mandamiento de la Ley de Dios:
"No tomarás el nombre de Dios en vano". En positivo, debemos respetar
el nombre del Señor. Jesucristo reprocha a los escribas y fariseos abusar del
nombre de Dios, puesto que —mediante una compleja casuística que habían
inventado— sabían encontrar subterfugios para usar retorcidamente (¡siempre en
beneficio propio!) el juramento.
Dios —como un regalo— nos ha revelado su Santo Nombre:
debemos guardarlo en la memoria, en un silencio de amorosa adoración. Sin
embargo, de ninguna palabra se ha abusado tanto como de la palabra
"Dios". Un solo ejemplo: los cinturones del ejército nazi llevaban
grabada la frase "Dios con nosotros". Aparentemente se honraba el
nombre de Dios, pero —en realidad— se le profanaba gravemente para los propios
fines. Esas profanaciones de su nombre van desfigurando el rostro de Dios,
hasta hacerlo irreconocible.
—Dios mío, quiero adorarte invocando muchas veces tu
Nombre "tres veces Santo", y deseo alzar tu dulce nombre de
Dios-Hombre: ¡Jesús!
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