Histórico gesto de diálogo en Varsovia entre el patriarca
ortodoxo de Moscú y de todas las Rusias, Kirill, y el primado de la Iglesia
católica polaca, monseñor Jozef Michalik, que han firmado el pasado viernes un
inédito llamamiento a la reconciliación entre las respectivas naciones y
confesiones, invitando a los fieles de las dos partes al mutuo perdón.
«Nos dirigimos a nuestros fieles para que recen para
obtener el perdón por sus culpas, por las injusticias y por todos los males
infligidos mutuamente con el transcurso de los años», se lee en el llamamiento:
el primero de este tipo firmado entre las dos Iglesias, fruto de una labor de
preparación que ha durado tres años.
La ceremonia de antes de ayer, que culmina la visita solemne del
patriarca, se ha desarrollado en el Castillo Real de Varsovia bajo los ojos de
una amplia delegación oficial de la Iglesia ortodoxa rusa llegada ayer a
Polonia junto a Kirill. Por parte de la Iglesia católica, en cambio sobresalía
la presencia del cardenal arzobispo de Cracovia, Stalislaw Dziwisz, que fue
secretario personal de Juan Pablo II, y la del Nuncio apostólico en Varsovia,
monseñor Celestino Migliore. También numerosa, en un clima de fuerte emoción,
la presencia de miembros del gobierno polaco, intelectuales y hombres de
cultura.
Por la mañana, el patriarca ruso había mantenido un
encuentro con el obispo de la Iglesia ortodoxa polaca y una entrevista con el
presidente del Senado Bogdan Borusewicz.
Las muestras de hostilidad entre ortodoxos rusos y
católicos polacos se remontan a tiempos antiguos, teniendo como telón de fondo
el tono, a menudo conflictivo y de mutua recriminación, de las relaciones
(constantes sin embargo) entre los dos países vecinos: históricamente rivales
en el mundo eslavo. Esta herencia ha pesado, según muchos observadores, incluso
en la visita nunca realizada por Juan Pablo II a Rusia, a pesar del deseo del
papa polaco y de sus intentos de limar asperezas durante los años de su
pontificado.
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