domingo, 15 de abril de 2012

La Paz de Cristo, fruto de su Victoria radical sobre el mal


Ciudad del Vaticano, 15 abril 2012 (VIS).- Antes de rezar el “Regina Coeli”, Benedicto XVI ha recordado a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro que este primer domingo después de Pascua está dedicado a la Divina Misericordia.

El Papa ha explicado que Jesús, en sus dos apariciones a los discípulos reunidos en el cenáculo, repite varias veces el saludo: La paz esté con vosotros”. Tras la resurrección, este saludo tradicional“se convierte en el don de esa paz que solo Jesús puede dar, porque es el fruto de su victoria radical sobre el mal. La paz que Jesús ofrece a sus amigos es el fruto del amor de Dios que lo ha llevado a morir en la cruz, a derramar toda su sangre como Cordero manso y humilde 'lleno de gracia y de verdad'. Por eso el Beato Juan Pablo II quiso dedicar este domingo a la Divina Misericordia”.

De Cristo resucitado y vivo “brotan los sacramentos pascuales del Bautismo y la Eucaristía; quien se acerca a ellos con fe, recibe el don de la vida eterna”. El Pontífice ha señalado también que “el culto cristiano es esencialmente un encuentro con el Señor resucitado, que vive en la dimensión de Dios, más allá del tiempo y del espacio, y que sin embargo se hace realmente presente en medio de la comunidad, nos habla en las Sagradas Escrituras y parte para nosotros el pan de vida eterna. A través de estos signos, nosotros vivimos lo que experimentaron los discípulos, esto es, el hecho de ver a Jesús y, al mismo tiempo, de no reconocerlo”.

Para terminar, el Papa ha invitado a los creyentes a acoger el don de la paz que ofrece Jesucristo resucitado: “Dejémonos llenar el corazón con su misericordia. De este modo, con la fuerza del Espíritu Santo que ha resucitado a Cristo de los muertos, también nosotros podremos llevar a los demás los dones pascuales”.

Después de la oración mariana, Benedicto XVI se dirigió a los fieles con las siguientes palabras: “El próximo jueves, con motivo del séptimo aniversario de mi elección a la Cátedra de Pedro, os pido que recéis por mí, para que el Señor me dé la fuerza para cumplirla misión que me ha confiado”.

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